¡Juntemos firmas para que vuelvan los lentos!
Edición Impresa | 3 de Julio de 2023 | 08:58

• ¡Feliz cumple, Moni! ¿Todavía confesás cuántos?
• Confesar se confiesan los delitos, los pecados, no la edad. ¿Qué tiene de malo cumplir años?
• Nada. La otra alternativa no es muy atractiva que digamos, ¿no? “Six feet under”.
• ¡Obvio! ¡Qué maldita costumbre la de quitarse años! ¡Como si sirviera de algo!
• Lástima que no nacimos en Corea del Sur, o en Taiwán …
• ¿Por?
• ¿No se enteraron? Desde el miércoles pasado, los surcoreanos son uno o dos años más jóvenes.
• ¿Qué estás diciendo, Susy? ¡Eso es imposible!
• No te sulfures. Te explico. Hasta ahora, todos tenían un año al nacer, independientemente de su fecha de nacimiento.
• ¡Qué estafa! Como mucho, se podrían agregar los nueve meses de gestación, no un año entero.
• Pará. Hay algo todavía peor. Si un bebé nacía el 31 de diciembre, el primero de enero ya cumplía dos años por el año nuevo “lunisolar”.
• ¡Qué disparate! ¿Y por qué decís que ahora son más jóvenes que antes?
• Porque dejaron esas boludeces de lado y empiezan a contar desde cero, como nosotros.
• Yo me siento orgullosa de ser de mediados del siglo pasado, aunque suene espantoso.
• ¿Orgullosa? ¿Por qué?
• Porque somos más resilientes que las cucarachas. Sobrevivimos a tantas cosas …
• ¿Como cuáles?
• Por ejemplo, podíamos vivir sin celulares. En mi barrio, sólo un vecino tenía teléfono fijo, y te atendía una operadora. La tele era en blanco y negro, y también había muy pocos aparatos. Las pibas y los pibes vivíamos en la calle, saltando a la soga, andando en bici, en patines, jugando a la rayuela, a la mancha, a la escondida, al ring-raje, al carnaval con bombitas y baldazos, y las cámaras de seguridad eran las matronas sentadas en la vereda, chusmeando y cuidándonos de lejos. Otro mundo.
• Tenés razón, Moni. No cambio esa infancia por nada del mundo. ¡Si hasta escribíamos cartas de amor!
• Y como no existía Wikipedia, nos pasábamos las tardes en la biblioteca popular haciendo la tarea. Todavía puedo oler esos libros y escuchar ese silencio.
• ¡Y los primeros malones! Las chicas: la comida; los chicos: la Coca. O la Bidú.
• ¿Malones? Yo los llamaba “asaltos”. ¡Cómo se extrañan aquellos lentos!
• ¡Lo que chapábamos! ¿Se acuerdan?
• Yo como siempre fui chata como una tabla, usaba corpiños armados, bien duritos y puntudos, y al chapar hacían “plop”, y me deschavaban.
• Gloriosos tiempos de “hot pants”, de minifaldas, de jeans pata de elefante, de moda Courrèges, blanco y negro …
• Yo me hacía la toca para estirar mis rulos. ¡Qué tortura! Muy acomplejada.
• ¡Qué ataque de nostalgia, amigas! Falta que digan que todo tiempo pasado fue mejor.
• No sé si mejor. Distinto. Sin tanto apuro, mirándonos más a los ojos y menos a las pantallas, más conectados de verdad, no virtualmente, de mentiritas.
• Te fuiste por las ramas, Moni, y todavía no dijiste cuántos cumplís.
• Sesentaydiez. ¿Conforme?
• ¡Los cuarenta de antes! ¡Sos una pebeta! ¡Que no decaiga! ¡Chin, chin!
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE