VIDEO. Carlos Mancuso
Edición Impresa | 5 de Julio de 2023 | 02:52

A los 89 años falleció el presbítero Carlos Mancuso, quien fue conocido como el “cura exorcista”. Su partida provocó numerosas expresiones de pesar y reconocimiento en distintos sectores de la Región.
Había nacido en La Plata el 8 de febrero de 1934. Realizó sus estudios primarios en la Escuela N° 83 de Los Hornos. Ingresó en el “Seminario Menor Nuestra Señora de Luján” el 3 de enero de 1951. Cursó filosofía y teología en el “Seminario Mayor San José”. Recibió el presbiterado en la Catedral de La Plata en julio de 1962.
A lo largo de su trayectoria clerical fue vicario cooperador de “Nuestra Señora de los Dolores”, de “Nuestra Señora de la Merced en Chascomús”, vicario sustituto de “Nuestra Señora del Valle”, párroco de “Nuestra Señora del Perpetuo Socorro”, asesor del “Consejo Arquidiocesano de Mujeres de Acción Católica”, asesor del “Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana”.
También ocupó el cargo de asesor del “Consejo Arquidiocesano de Hombres de Acción Católica”, y durante muchos años fue párroco de “San José”, capellán del “Liceo Naval Militar”, asesor del “Movimiento de Renovación Carismática” y canónigo del “Cabildo Catedralicio Platense”.
Durante gran parte de su vida fue el sacerdote autorizado por los Obispos para realizar ritos de exorcismo dentro del territorio de la Arquidiócesis de La Plata, tarea a la que se dedicó hasta que su salud se lo permitió.
Además, fue confesor en el Monasterio de las “Hermanas Carmelitas” y confesor y director espiritual del “Seminario San José”, en el año 2012 el Papa Benedicto XVI lo distinguió como Prelado de Honor de Su Santidad.
Al anunciar su retiro sumaba 47 años de actividad parroquial, tiempo en el que fue visitado por numerosos católicos de distintas partes del país, y muchos aseguraban que encontraban en el sacerdote el alivio de la exorción del mal.
No obstante, el religioso afirmó en su momento que han sido muy pocas las prácticas para “sacar al demonio del cuerpo”. En todos los casos apeló a su conocimiento de psiquiatría utilizando la palabra y en la mayoría de las personas que habían llegado a él las derivó a especialistas médicos. Según su visión el trabajo más difícil del sacerdote es el del discernimiento; alcanzar a saber cuál es la causa del problema”.
Publicó el libro “Mano a mano con el Diablo”, en el que se presentó como “cura exorcista” en el que describió: “Es el combate de un humano contra las fortalezas más antiguas del Universo”.
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