Otro edificio escolar de nuestra zona fue blanco de un ataque vandálico
Edición Impresa | 4 de Agosto de 2023 | 02:06

A poco de reiniciadas las clases luego de las vacaciones de invierno, una escuela de La Plata enfrenta horas de indignación luego de que, al comenzar una jornada escolar, advirtieron que la fachada del edificio había sido vandalizada con aceite quemado, una sustancia con la que mancharon no sólo los muros sino también las veredas y otros sectores del frente.
El episodio se registró en la Secundaria Nº 9 de Lisandro Olmos y causó profunda desazón a autoridades, docentes y estudiantes, entre otros motivos porque el frente había sido recién pintado y se encontraba “impecable”, a partir de las recientes obras de refacción que se habían podido concretar.
“Vandalizaron el frente del colegio que estaba recién terminado. Arrojaron aceite quemado y dibujaron una insignia que dice ‘La 52’”, detallaron autoridades escolares. “Ni bien llegamos a la escuela, nos encontramos con este ataque. Derramaron aceite quemado sobre la entrada del colegio. Lo mismo hicieron sobre los maceteros. En tanto que sobre la reja arrojaron un bidón con aceite”, añadieron, para indicar que se procedió a presentar la pertinente denuncia ante la Comisaría 16ta, de esa localidad.
De esta manera siguen sumándose episodios en nuestra zona que afectan a establecimientos de enseñanza. Duele decirlo otra vez, pero lo cierto es que los edificios escolares de nuestra zona sufren, desde hace mucho tiempo, toda clase de hurtos, robos y actos vandálicos.
Materiales didácticos siempre valiosos -libros, mapas, computadoras, instrumentos musicales- suelen ser los bienes que las comunidades educativas pierden y cuyo reemplazo origina dificultades y demoras.
En cuanto a la sucesión de robos a escuelas, es evidente que en la mayoría de los episodios registrados el problema adquiere connotaciones y una dimensión más preocupantes, que incluyen aspectos relacionados a cuestiones educativas, sociales y culturales que debieran ponderarse.
La única nota positiva que podría extraerse de estos casos es que los docentes y también los padres les expliquen detalladamente a los alumnos lo que significan estas agresiones a bienes que son de uso común y que debieran ser considerados como templos laicos. Estos ataques resultan, desde luego, inexplicables e injustificables, aunque dejan a la vista niveles difusos y muy preocupantes de irracionalidad que deben ser combatidos.
Pero, lo que urge es que el Estado -especialmente a través del accionar policial- extreme recursos y estrategias para defender el patrimonio de las escuelas, revertir la indisculpable situación de indefensión en que se encuentran y, al mismo tiempo, individualizar y castigar con el peso de la ley a los responsables.
Una vez más debe reclamarse el frecuente paso de patrulleros y la presencia de mayor cantidad de policías en las calles, además de que se desplieguen mínimas tareas de inteligencia encaminadas a detectar a los responsables de estos graves delitos.
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