“No hay bolsillo que aguante”, advirtió el arzobispo de Buenos Aires

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Jorge García Cuerva, flamante arzobispo de Buenos Aires, sostuvo durante la misa principal por el Día de San Cayetano que “no hay bolsillo que alcance” ante la complicada situación económica de la Argentina. A pocos días de las PASO, García Cuerva lamentó que “por más que muchos tienen trabajo, no alcanza, no hay bolsillo que alcance”.

El religioso pidió que “soñemos con más y mejor trabajo para todos y todas porque no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo a su pueblo”. Durante su primera celebración masiva en un santuario desde que asumió en el cargo, el 15 de julio, el arzobispo de Buenos Aires también hizo mención a la “maldita inflación”, que “se come del bolsillo lo que se llevan los hermanos que viven en situaciones de precariedad como trabajo mal pago, en negro, esclavo que aleja de familiares y amigos”.

Como en diversos puntos del país, miles de fieles se convocaron ayer en el Santuario de San Cayetano, en el barrio de Liniers. Se vieron filas de hasta siete cuadras para pedir y agradecer al “Patrono del Pan y del Trabajo”.

La celebración estuvo marcada por el frío invernal y obligó a los voluntarios a repartir mate cocido y agua caliente.

El párroco del santuario, presbítero Lucas Arguimbau, señaló que “poder abrirles las puertas a los peregrinos de este lugar bendecido y elegido por ellos es una gran alegría para nosotros”.

Respecto a las particularidades de la celebración de este año, el sacerdote indicó que suponen “que hay muchos peregrinos que están volviendo después de la pandemia. Si bien el año pasado había terminado todo tipo de restricción, hubo mucha gente que por la edad se mantuvo en su casa”.

La llamada Fiesta Grande este año llevó allí por lema “Junto a San Cayetano pedimos paz, pan, salud y trabajo” y desde las 9 de la mañana comenzaron las misas en la calle que se repitieron hasta la noche en el escenario montado al costado de la entrada del santuario.

En el interior del templo, los fieles pudieron acercarse hasta la imagen de San Cayetano y recibieron bendiciones o se confesaron.

La misa central fue presidida a las a 11 por el flamante arzobispo de Buenos Aires, quien luego bajó del escenario para saludar a los peregrinos. En su homilía, el arzobispo advirtió que “no existe peor pobreza que la que priva de la dignidad del trabajo a su pueblo”.

 

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