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Parejas platenses con “cama afuera”: amor sin convivencia ¿es conveniencia?

Los novios, y hasta algunos matrimonios, acuerdan separarse “del nido de amor” por distintas causas. Algunos hablaron de darle oxígeno a la relación; en otros casos, aparecieron causas de fuerza mayor

Parejas platenses con “cama afuera”: amor sin convivencia ¿es conveniencia?

En la convivencia diaria, algunas parejas no encuentras sus espacios y deciden otros caminos para no separarse / Pexels

10 de Septiembre de 2023 | 08:13
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En un mundo en constante cambio y evolución, las relaciones sentimentales han ido adaptándose a las nuevas realidades de la vida moderna. Cada vez más parejas optan por una modalidad que desafía la norma tradicional: las relaciones sin convivencia. Este enfoque, que implica mantener hogares separados mientras se comparte una conexión emocional profunda, ha ganado terreno en los últimos años. En esta nota, exploraremos las perspectivas de expertos y testimonios de parejas que han optado por esta alternativa, desentrañando las razones detrás de esta elección y los secretos para que estas relaciones florezcan en un mundo marcado por la independencia y la individualidad. ¿Por qué se habla del final de la convivencia? ¿Hay amor sin habitar juntos los momentos y lugares?

“Cada vez son más los matrimonios que deciden no convivir”. Esta frase se repitió unas cinco veces en una charla al paso que mantuvieron dos treintañeros y amigos de La Plata, al cruzarse en la Plaza San Martín. “Con mi novio no convivimos; es una decisión que tomamos después de la pandemia”, aseguró una joven veinteañera que llegó del Interior de la Provincia de Buenos Aires para estudiar en la Facultad de Medicina de la UNLP. En sí, muchas personas consultadas por este medio lo reconocen como una problemática. Otras, lo asumen solo como un clima de época. Las parejas “cama afuera” y ¿el final de la convivencia marital? Son realidades que tienen cada vez más adeptos.

 

Algunos noviazgos optan por no formalizar su vínculo como un concubinato

 

En tiempos pasados, el ritual tras el compromiso era prácticamente universal: los jóvenes o adultos se casaban y emprendían el camino de la convivencia con sus parejas. De la casa paterna a la matrimonial. Sin embargo, en la actualidad, y con una tendencia que se vislumbra como cada vez más arraigada en el futuro, emerge una nueva dinámica en las relaciones amorosas. Se trata de una realidad en la que algunos noviazgos optan por no formalizar su vínculo mediante el matrimonio ni el concubinato, ni la coexistencia bajo un mismo techo y, aún así, logran mantener una relación profunda, comprometida y apasionada. Los motivos que impulsan esta elección son tan diversos como intrigantes, que van desde la necesidad de descomprimir las tensiones cotidianas hasta la intención de cultivar un sentido de “extrañamiento” que avive el deseo de reunirse una vez más.

Según la psicóloga española Laura S. Moreno, experta en relaciones de pareja de Área Psicológica Mujer, esto se conoce como parejas LAT (acrónimo de “Living Apart Together”, que significa “viviendo separados pero juntos”) y se trata de un fenómeno que la especialista estudió a través de la experiencia de sus pacientes.

Se las conoce como parejas LAT (acrónimo de “Living Apart Together”, que significa “viviendo separados pero juntos” / Pexels

Las parejas “cama afuera” tienden a componerse por dos personas que están unidas (no siempre civilmente) en un vínculo sexo-afectivo, pero que no viven bajo un mismo techo. Es decir, que los cónyuges, si bien se corresponden amorosamente, no coexisten en un mismo espacio. En efecto, esta dimensión es clave para comprender cómo se reconfiguraron las relaciones.

La lógica de las parejas LAT, según la profesional nombrada, “convence a los que quieren conservar algunas características de la pareja en términos de fidelidad y exclusividad , por ejemplo, pero sin que sea necesario convivir. Lo que evita esta fórmula es el desgaste de la convivencia”.

 

Con una tendencia hacia el futuro, emerge una nueva dinámica en las relaciones amorosas

 

Además, “la franja de edad en la que es más factible y hay más probabilidades de que ese tipo de pareja tenga éxito es a partir de los 45 años”, sumó. Y afirmó: “La explicación está en que hace 30 años pocas personas se planteaban tener una pareja nueva si se quedaban solos con 50, 60 o 70 años, pero ahora sí lo hacen, incluso con más edad”.

Alexis Alderete, psicólogo especializado en sexología clínica, también se refirió al concepto de “vivir separados juntos”. “Se trata de una forma de relación en la que dos personas comprometidas sentimentalmente mantienen lugares separados y no conviven en su cotidianidad. La idea es no perder su individualidad y sus hábitos, resguardando lo mejor de su vida y a la vez compartiendo momentos en pareja. En muchos casos, esta decisión se toma de manera consciente y puede ayudar a fortalecer la relación al proporcionar un mayor equilibrio y satisfacción individual”, aseveró.

“ARRIESGAR TODO POR APURADOS”

Un platense por adopción, que vive en el corazón del Barrio El Mondongo, está a punto de cumplir 28 años y se prestó a la consulta de este medio. “Con mi novia tengo una relación cotidiana. O sea, nos vemos personalmente y hablamos diariamente por mensajes de WhatsApp o llamadas por celular, si es necesario”, comentó sobre el contexto de su relación amorosa con una mujer, casi de su misma edad, que estudia y trabaja como médica en un hospital local. “Hace unos meses que, prácticamente, ella vive en mi casa; pero no del todo, porque tiene su departamento también”, aclaró.

En cuanto se le preguntó por qué sostenían esa coexistencia parcial, el muchacho argumentó: “No convivimos porque pensamos que es arriesgar todo por apurados, así que estamos evaluando cuándo hacerlo”. “Como ella trabaja de mañana, y yo de tarde, el punto en común es la noche. Ambos tenemos llaves de los departamentos de cada uno, así que podemos vernos en cualquier lugar”, sumó.

La idea consiste en aprovechar los momentos juntos y mantener el espacio propio sin convivencia / Pexels

“Creo que una de las grandes ventajas de la convivencia es el hecho de compartir gastos de alquiler y los servicios. Sirve para ahorrar, o al menos dividir lo que se gasta estando solo. La desventaja, depende; pero puede desgastarse la pareja a la larga…”, respondió sobre los pros y las contras de vivir junto a su novia.

“LA PRESERVACIÓN DEL ESPACIO PROPIO”

Una treintañera -nacida en Berisso, pero que trabaja en La Plata- se dedica a la locución de eventos. Según le comentó a este diario, su pareja “cama afuera” consistió en “tener mi cama para mí sola y dormir tranquilamente sin un otro”. “Se trata de disfrutar de un lugar no ‘invadido’ por los gustos de otra persona. Nos acostumbramos a compartir espacios, mientras valoramos los momentos de soledad y de encontrarnos con nosotros mismos en un ambiente personal”, aportó.

A su modo de ver, estar de novia con alguien y no convivir, se explica por un tema que ya adelantó: “Una gran razón es por la preservación de un espacio propio”. “El otro no es un estorbo. El otro es un ser querido, seguramente; una persona con la que queremos estar. Pero no está de más pensar en compartir hasta un cierto punto y no el todo”, concluyó su parte.

Sobre esto también se explayó la doctora Moreno. “Otras ventajas que refieren los que lo han probado es que conservan su privacidad , su forma de llevar la casa y su economía. Y esto último es importante pues en muchas ocasiones el hecho de vivir de forma separada implica tener economías completamente separadas. Eso hace que dividan gastos cuando van de viaje, cuando salen a cenar o cuando van al cine. Cada uno se paga lo suyo y se tiene la conciencia muy clara de lo que es de uno y de lo que es del otro”, teorizó.

La psicóloga y escritora Beatriz Goldberg, especialista en crisis individuales y de pareja, apuntó: “En los últimos tiempos se incrementó mucho el fenómeno de muchas parejas que deciden no convivir porque buscan el placer de volver a elegirse. Es decir que no están juntos como una parte de la casa que no se puede modificar, sino que eligen cuándo ver al otro o cuándo dormir juntos, por ejemplo. Lo sienten como algo más cómodo y libre, e incluso más romántico”.

En tanto, Paola -de 40 años y oriunda de Villa Elvira- también opinó sobre el tema. De acuerdo a lo que dijo, ella no convive con su pareja “porque se desgasta mucho la relación y termina en una monotonía”. En su visión, si se abusa de la coexistencia “dejás de escribirle a tu pareja y ya no se planean salidas…”. “Nosotros arreglamos para vernos algunos días cada dos semanas y programamos una salida en especial”, confesó.

Algunos refieren el desgaste en el trato cotidiano como causa para dejar de vivir junto a sus parejas / Pexels

La vecina platense agregó que “la ventaja está en que cada uno puede tener su espacio y sus cosas sin modificar lo que nos gusta hacer”. “La verdad es que no le encuentro desventajas a estar en pareja sin convivir y, en mi caso, es lo que ha salvado la relación”, definió.

LA ECONOMÍA Y LOS HÁBITOS

Un joven de unos 20 años que se encuentra en la etapa de estudios en La Plata compartió su perspectiva desde su experiencia de vivir en una pensión. En su opinión, considera “inviable” compartir un espacio de convivencia con alguien debido a la elevada tasa de alquileres y las desafiantes condiciones para lograr un ingreso económico que permita una vida digna. Este punto de vista fue compartido por varias de las personas que integran el público etario más joven que participó de la consulta para este artículo.

 

La idea es no perder lo individual y los hábitos, resguardando lo mejor de su vida

 

En un sincero testimonio, “El Chino”, un apasionado bajista platense y ferviente hincha de Estudiantes, compartió su experiencia personal con este medio, dejando al descubierto un giro inesperado en su vida amorosa: “Iba a convivir con mi novia y, de repente, se transformó en mi ex”. Reflexionando sobre la complejidad de vivir bajo el mismo techo con alguien a quien amas, el músico agregó: “Irse a convivir con la persona con la que se tienen una relación es un paso muy fuerte de dar. Por un lado, existe la buena idea de vivir con esa persona que tanto se ama y con la que nos podemos llevar de maravilla. Pero, en el trato diario y al vivir juntos, también se empiezan a notar ciertas cosas que la otra parte nunca supo que existían en su pareja. Por ejemplo, aquellos rituales cotidianos que tiene uno día a día y que los asume como ‘normales’”, relató el músico.

Una de las cosas que rompió la armonía en la convivencia, según narró el muchacho, consistió en que “antes de comenzar el día, necesito tender la cama y, a veces, mi expareja se quedaba a dormir y se iba cuando tenía que hacerlo. Pero, cuando yo llegaba tras hacer mis cosas, me encontraba con la cama sin hacer. Entonces, lo que le pedía como favor para poder convivir, no pasaba y todo terminaba en una discusión por algo accesorio”. En definitiva, la convivencia “te lleva a conocer el lugar más íntimo de tu pareja y eso no es para cualquiera”, advirtió.

La psicóloga Florencia Cereseto aportó: “Hoy está muy en auge la preservación de la individualidad; lo propio, lo ajeno y lo personal. Si la decisión de no convivir viene de un lugar genuino y sin mandatos, entonces es más que válida, ya que cada pareja tiene sus propias necesidades y, muchas veces, además de la necesidad de conservar el espacio propio, también está la necesidad de cuidar a la relación. En estos casos, vivir separados preserva el futuro porque se evitan conflictos o situaciones en las que hay que negociar y ceder más de lo que se desea”.

UNA VISIÓN DESDE AFUERA

Tras dos años separados, el muchacho volvió “al nido”, aunque no fue lo mismo que cuando convivía con su pareja. , aportó su amiga. “Por ahí, pasaban un fin de semana juntos e, incluso después de acordar la reconciliación, pero en casas separadas, él retomó su rol de padre y cuidó del niño”, reportó.

Marisa compartió la historia de una amiga, Laura, una mujer mayor de 40 años, y su esposo, Diego. Esta pareja contrajo matrimonio hace más de una década y luego tuvieron un hijo. No obstante, según lo relatado, el hombre “desapareció” de la vida de su compañera cuando ella dio a luz y tuvo que enfrentar los desafíos de una crianza problemática.

Tras dos años de separación, el esposo regresó al entorno familiar, aunque la dinámica ya no era la misma que cuando convivían. Según el relato de Marisa, “Laura decidió que no quería volver a convivir con él porque, tras el distanciamiento, se sintió más cómoda estando sola”. “A veces, pasaban juntos los fines de semana e incluso después de acordar su reconciliación, optaron por mantener hogares separados, permitiendo que él retomara su rol de padre y cuidara del niño”, añadió en su relato.

“Ella cuenta que se siente más libre sin convivir con su esposo”, explicó Marisa. En efecto, “cada uno puede preservar sus costumbres: pueden comer lo que les gusta y al otro no, miran sus series favoritas sin necesidad de compartirlas, etc.”. Según reconoció, “se sienten más conectados por aprovechar las ocasiones y sin abusar de la convivencia”.

 

Las parejas “cama afuera” tienen un vínculo, pero no viven bajo un mismo techo

 

“Laura está contenta viviendo con su hijo. Y, actualmente, trabaja con Diego, por lo que comparten más tiempo aunque siguen sin convivir. Digamos que juegan a la pareja durante los fines de semana”, aportó sobre su compañera.

VIVIR JUNTOS NO VA MÁS

Barbi es estudiante de la UNLP y contó que convivió “cuatro años” junto a su novio. Tras esta etapa, “decidimos que lo mejor para que la relación siga creciendo era que cada uno viva en su casa”, aseguró. “Nuestros horarios son muy diferentes: yo curso en la facultad hasta el mediodía y trabajo toda la tarde; y él estaba con sus ocupaciones hasta la madrugada”, detalló.

Las salidas suelen ser emotivas y se busca generar el “extrañamiento” para ahuyentar el desgano diario / Pexels

Después de decidir cortar con la convivencia, la muchacha explicó: “Nos vemos dos o tres veces por semana, generalmente los sábados o domingos que yo no trabajo tan temprano o los días feriados”.

“Las ventajas de no convivir con mi pareja son un montón ya que el tiempo que compartimos es de calidad, porque elegimos vernos, cada uno tiene su tiempo para hacer cosas propias y nos extrañarnos”, aseveró la chica. Y, sobre las desventajas, se explayó: “En este año que llevamos relacionándonos así, sin vivir juntos, la única contra es que no siempre podemos compartir las alegrías ni tristezas del otro por la falta de tiempo”. Sin embargo, “la relación, con este cambio, mejoró; sin dudas”, aseveró.

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