Se reiteran las tragedias viales con motos en nuestra región
Edición Impresa | 11 de Septiembre de 2023 | 04:36

Una vez más las motos se convirtieron en vehículos principales de graves incidentes viales, en esta oportunidad en tres episodios que, con pocas horas de diferencia, se registraron en nuestra ciudad y en la de Berisso. El penoso saldo fue el de un conductor muerto –en este caso por un hecho acontecido en Tolosa- y varios heridos, todos ellos también conductores o acompañantes que viajaban en esos rodados.
De modo que en la Región y en lo que va del año se registraron ya 59 desenlaces fatales. De acuerdo a un relevamiento realizado por este diario, los motociclistas fallecidos en distintos siniestros callejeros ocurridos en estos meses de 2023 representan un 70 por ciento del total de 2022, en el que se reportaron 71 muertes .
Es decir, la mortalidad a partir de incidentes viales creció un 36 por ciento en relación a agosto de 2022, cuando la cifra era de 33 conductores muertos. Esta cifra de siniestros con muertos y heridos debiera causar la mayor de las preocupaciones en La Plata, Berisso y Ensenada. Y en el caso de los heridos, debe también tomarse en cuenta que además de las graves secuelas que suelen padecer, algunos de ellos, lamentablemente, fallecen después, sin que figuren luego en las estadísticas de mortalidad vial.
Cabe consignar que, de la cantidad de víctimas fatales, un 30,5 por ciento del total fueron motociclistas, en lo que resulta ser una espiral en crecimiento, en una situación que los especialistas debieran analizar en profundidad, no sólo en lo que concierne al comportamiento en las calles de esos conductores, sino en lo que se refiere a la ostensible mayor cantidad de motocicletas en el parque automotor de la Región y a la movilidad alternativa que se sumó, entre bicicletas y monopatines eléctricos.
Si bien cada provincia tiene autonomía para decidir a qué edad se pueden otorgar las licencias de conducir, ha sido común que la mayoría haya decidido adoptar lo que dispone la ley nacional del tránsito que fija ese tope en los 17 años con autorización de los padres.
De todos modos, de lo que resta hablar es de la creciente temeridad, los malos hábitos como el no uso de casco, el no acatamiento a los semáforos, conducir a grandes velocidades o realizar maniobras bruscas que, entre otras anomalías, caracteriza la conducta de algunos de los motociclistas. Sometidos también, en oportunidades, al influjo de hechos fortuitos, que no pueden preverse.
Lo que a simple vista puede observarse -sin generalizar- es que no sólo en calles del casco urbano, sino en caminos, rutas y autopistas muchos motociclistas se desplazan a grandes velocidades, zigzaguean de un carril a otro a su entero arbitrio y –además- parecieran demostrar un gran desconocimiento acerca de cómo suelen manejarse los autos y vehículos de mayor porte, que no prevén estas y otras maniobras inesperadas de las motos. Lamentablemente, el resultado de estas temeridades e imprudencias se mide después con lágrimas.
No cabe sino insistir en lo que sostienen los especialistas viales desde hace mucho tiempo. Esto es, en la necesidad de que se les inculque a los chicos y jóvenes principios propios de educación vial, que les permitan tomar cabal conciencia de lo que significa socialmente conducir un vehículo, sea del porte que sea, en una política que debe alcanzar también a los futuros peatones.
Sin restarle importancia los controles y a los demás recursos de fiscalización del tránsito, las autoridades debieran poner el mayor énfasis en educar a todos los conductores. Está largamente demostrado, con experiencias aplicadas hace ya muchos años en otros países, que sólo a partir de la mayor cultura vial que posean los conductores podrán aguardarse mejorías.
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