La peor cara de la inseguridad: robo, golpes y nenas atadas en City Bell

Fue en una casa de 473 y 28. Los asaltantes eran tres y tenían pistolas. Ataron de pies y manos con precintos a la pareja y a dos pequeñas de tan solo 11 años. Sustrajeron $60 mil, cadenitas de oro, un celular y alimentos

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Fueron cerca de 20 minutos de inusitada violencia, robo, tormentos físicos y psicológicos, los padecidos en la noche del viernes por cuatro víctimas de un traumático asalto ocurrido en una casa de City Bell.

Los responsables de este dramático caso de inseguridad fueron tres delincuentes, dos de ellos encapuchados, que portaban pistolas y que aterraron a una familia y a una menor que estaba de visita en ese domicilio ubicado en la esquina de 473 y 28.

Según lo que en la tarde de ayer le contó allí a EL DIA la dueña de la vivienda, Julia Auza (47), las penurias para ella, su marido, de 53 años, la hija de aquella, de 11, y una compañerita de escuela de similar edad, comenzaron a las 21.30 del viernes.

A esa hora acababan de cenar, estaban haciendo sobremesa y repentinamente, relató Auza, “tres tipos, que mostraban pistolas grandes y grises, intentaban abrir la puerta balcón del comedor. Mi marido se levantó y trató de evitar que lo hicieran, pero igual consiguieron meterse”.

Quizá en represalia por oponer esa resistencia, la banda se ensañó con el hombre, a quien le pegaron despiadadamente “culatazos y patadas por todo el cuerpo y hasta le lesionaron un pie”, siendo principalmente objeto del ataque en la planta alta del inmueble.

“Además, lo ataron de pies y mano con precintos que trajeron los delincuentes”, sumó luego la mujer, quien estimó que los ladrones demostraban tener “uno de ellos algo más de 20 años, otro alrededor de 50 y el restante cerca de 60 años”.

Pero también Auza y ambas menores fueron maniatadas de similar manera: “a mí me tuvieron vigilada en la planta baja, desde donde escuchaba los culatazos a mi marido, mientras que a las nenas las encerraron en la habitación de mi hija, también atadas con precintos en pies y manos. Además, les tapaban la boca con las manos para que no gritaran”.

“LOS DÓLARES O LAS LLEVAMOS”

En los gestos y palabras de esta vecina de City Bell se trasunta el miedo, la incertidumbre y la desazón que provocaron esos delincuentes.

Todavía retumba en su cabeza, por ejemplo, la cruel amenaza que le hizo uno de los hampones: “me dijo `dame los dólares o nos llevamos a las nenas´. Para colmo, ellas lo escucharon y se largaron a llorar desconsoladamente”.

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Paralelamente, citó que igual reclamo tuvo que soportar su esposo. “A él también le pedían dólares, en la planta alta, y con la misma amenaza. Y en más de una ocasión les dijo que acá no tenemos plata extranjera. Hasta llegó a decirles que si los tuviera, ya se los hubiera dado para evitar que secuestraran a las dos nenas”, reveló después.

En los “15 a 20 minutos” que Auza estimó que duró el violento asalto, las niñas afrontaron otro tenso momento.

Al respecto, aquella precisó que “les pedían que confesaran cuál era el pin de sus celulares para desbloquearlos, pero ellas estaban tan shockeadas que no lo recordaban. Por eso, y para asustarlas, uno de los delincuentes arrojó fuerte contra el piso a uno de los teléfonos”.

“HASTA ROBARON CARNE Y PIZZA”

“A mí también me pidieron el pin y tuve que decirles cuál era. Fue el que se llevaron junto a los 60.000 pesos que robaron entre la plata mía y la de mi marido, cadenitas de oro y documentación personal que había en mi cartera”, informó la damnificada.

Enseguida aportó otra revelación sobre la banda: “hasta nos robaron del freezer varias bandejas con carne e inclusive, levantaron de la mesa lo que quedaba de las pizzas que habíamos cenado y se iban comiendo las porciones mientras escapaban de casa”.

Pero antes, dejaron a la pareja maniatada, uno en cada piso de la vivienda, y a las menores encerradas con llave en la habitación de la hija de Auza.

“Para liberarlas del encierro, tuvimos que tirar la puerta abajo porque no encontrábamos la llave de ese dormitorio, que al final más tarde nos dimos cuenta que quedaron arriba de una mesa”, consignó también la mujer. Mientras dialogaba con este diario, señaló que su esposo estaba en el hospital de Romero para someterse a estudios por los golpes que sufrió. “Tiene dos pequeñas fracturas en un pie”, citó.

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