La atomización política y la falta de experiencia de Milei

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Jorge Remón

El debate alrededor del famoso DNU y la Ley Ómnibus parece especialmente restringido a especialistas, políticos y representantes de factores de poder. Se trata de textos tan largos que hasta algún legislador reconoció no haberlos leído, a pesar de que involucran temas de extraordinaria importancia. El común de la gente solo pone atención en algún aspecto que considera como negativo.

Sin embargo el oficialismo ha logrado dejar establecido que tiene un plan económico, mientras que la oposición ha generado la imagen de que solo expone críticas.

Los libertarios promocionaron en estos días que la inflación fue menor que la pronosticada especialmente por ellos mismos. Un logro puramente virtual, que pasó desapercibido ante las remarcaciones de precios en los supermercados, por ejemplo.

De las agresivas discusiones entre los diputados que trasmite la televisión y el tono agresivo de las intervenciones de los discursos de los opositores podría inferirse que ninguna propuesta será aprobada. Pero lejos de las cámaras y los micrófonos algunas conversaciones se están desarrollando, aunque todavía tienen el carácter de muy informales.

Falta de experiencia

La inexperiencia del estado mayor del Presidente le ha creado más inconvenientes que la oposición. En el Congreso muchas de las propuestas de Milei tendrían el apoyo de un número significativo de senadores y diputados, pero muchos coinciden en que son ignorados o que se les intenta colocar frente a disyuntivas de apoyo total o de rechazo absoluto.

Es un sentimiento compartido por todos los grupos de legisladores provenientes del radicalismo, el PRO, del peronismo, de partidos provinciales y también del bloque presidido por Miguel Ángel Pichetto. Este último integrado por personalidades tan diferentes como Margarita Stolbizer, Nicolás Massot, Emilio Monzó, Jorge “Loma” Ávila y Francisco Morchio, que se han caracterizado siempre por su actuación con independencia de los rótulos. Proclaman que se han unido para exigir el mayor respeto por las instituciones de la República, sin desmedro de coincidir en algunos aspectos a modificar de la estructura económica de la Argentina.

Resulta entonces más que curioso que aparentemente Ricardo López Murphy no tiene una relación directa con representantes del Presidente. Es posible que ambos estén de acuerdo en temas tan importantes como los cambios en la legislación laboral o en ciertas privatizaciones, pero en el oficialismo le objetan a López Murphy su afirmación de que para realizar las transformaciones no es necesaria la delegación de poder del Legislativo al Ejecutivo y que para lograr que un plan económico pueda ser aplicado es inevitable tener en cuenta que siempre deberá recurrirse a paliativos para la situación de los sectores más afectados en los procesos de transformación de gran envergadura, como requiere la Argentina. Aparentemente esas dos frases fueron tomadas como una crítica despiadada.

La CGT, Cristina y Massa

Es cierto que a pesar de la vertiginosa caída del poder adquisitivo no se ha producido el mal humor social que otras veces desencadenó grandes protestas. Tanto es así que muchos dirigentes sindicales actúan con mucha prudencia, a pesar de que la CGT decidió realizar un paro el 24 de enero próximo. No querían verse rebasados y encontraron esa válvula de escape que de todas maneras no conformó a varios, como a Pablo Moyano y a la izquierda. Al respecto también en el peronismo se ha tomado nota del silencio de Sergio Massa y Cristina Kirchner, cuyo sentido de la oportunidad no puede desestimarse. Aparentemente ambos esperarán el desgaste del Gobierno, que según sus previsiones se producirá en forma acelerada y recién entonces se lanzarían a encabezar la oposición.

En el radicalismo aún pesa la renuncia en la práctica a su carácter de partido nacional, al no tener candidato a presidente de la República en las últimas elecciones. De hecho funciona como una flexible federación de partidos provinciales. En realidad están aflorando profundas discrepancias entre el eje Gerardo Morales-Martín Lousteau y el de los gobernadores de, por lo menos, Mendoza y Corrientes.

En el PRO la confusión es aún mayor. Los tres líderes, Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, parecen provenir de partidos distintos.

La atomización de los grandes partidos se refleja en el Congreso de la Nación, lo que dificulta las negociaciones con el oficialismo, que a su vez según los opositores no ha presentado ni siquiera interlocutores validos.

Milei

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