“No hay osos”: otro grito de libertad de Panahi

Prohibido y perseguido en su país natal, el director iraní siguió haciendo ruido en el mundo. Su última película, un juego de espejos en el que se refleja su propia historia, llega a La Plata tras triunfar en Venecia

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Con “No hay osos”, que llega hoy a Cinema Paradiso, el director iraní Jafar Panahi lanza un grito por la libertad en todos sus sentidos. Una película dentro de la película, que mezcla ficción y realidad en un interesante juego de espejos en el que Panahi se mira, en tanto es uno de los personajes de la historia.

Panahi está en un pueblo iraní fronterizo con Turquía, donde se rueda su nueva película, que dirige a través de videollamadas, interrumpidas continuamente por problemas de conexión a internet.

La película que rueda cuenta la historia de una pareja iraní que quiere huir a Europa. Los actores que los interpretan también quieren salir de Turquía. Y Panahi se niega a cruzar ilegalmente la frontera para asistir al rodaje. Mientras, en el pueblo en el que vive, es visto como una amenaza.

Una compleja y a la vez sencilla estructura narrativa permite a Panahi contar varias historias a la vez y todas tienen que ver con las limitaciones con las que viven los iraníes en su país, las tradiciones que coartan sus decisiones, los miedos a ser delatados y los sueños imposibles de cumplir.

Condenado en 2010 a seis años de prisión por “reunión y colusión contra la seguridad nacional” y por “propaganda contra el sistema” de la República Islámica de Irán, Panahi salió entonces bajo fianza de 200.000 dólares sin cumplir la pena, por lo que fue arrestado el pasado julio.

Además de la condena a prisión, a Panahi se le prohibió realizar películas, escribir guiones, viajar al extranjero y dar entrevistas a medios de comunicación locales o extranjeros. Pese a ello, se las ha arreglado para hacer cuatro largometrajes de ficción, tres documentales y tres cortos.

De ellos, “Taxi” (2015) se llevó el Oso de Oro de Berlín; “Pardé” (2013), el Oso de Plata a mejor guion, y “Tres caras”, el premio a mejor guion en Cannes (2018), reconocimientos que se unieron al León de Oro de Venecia de 2010 por “El círculo”.

Cuando “No hay osos” se estrenó en el marco del Festival de Venecia 2022 -en donde fue distinguida con el premio Especial del Jurado-, hacía casi dos meses que Panahi estaba otra vez detenido por sus protestas contra la represión gubernamental en su país. Y junto a su colega, el realizador Mohammad Rasoulof, también en prisión por la misma causa, enviaron un profundo mensaje que fue leído por el director de La Mostra, Alberto Barberá.

“Somos cineastas. Somos parte del cine independiente iraní. Para nosotros, vivir es crear”, comenzaba la misiva. Al crear obras que no son por encargo, “los que están en el poder nos ven como criminales”, aseguraban los realizadores, cuyo cine “se inspira en la sociedad y no puede ser indiferente a ello”.

“La historia del cine iraní es testigo de la presencia constante y activa de directores independientes que han luchado para hacer retroceder la censura y asegurar la supervivencia de este arte. En este camino, a algunos se les prohibió hacer películas, a otros se les forzó a exiliarse y otros fueron reducidos al aislamiento”.

Pero, agregaban, “la esperanza de volver a crear es una razón para existir”. “No importa dónde, cuándo o bajo qué circunstancias, un independiente cineasta está creando o pensando en la creación. Somos cineastas, cineastas independientes”.

“Somos cineastas. Somos parte del cine independiente iraní. Para nosotros, vivir es crear”

 

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