En las heladerías, todo un festival para el paladar que trasciende estaciones

A un siglo de los primeros comercios forjados por inmigrantes europeos, la Ciudad ofrece una amplia y renovada propuesta

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Entre la producción artesanal, las cadenas regionales, la llegada de propuestas de alcance nacional y la tradición que nació en los barrios con sus recetas y gustos distintivos, las heladerías se constituyen como un eslabón esencial de la gastronomía en la Ciudad y un motivo de celebración para el paladar.

El termómetro en la temporada estival remite a una de las versiones tradicionales del consumo, pero la calidad de las cremas heladas y la variedad de las propuestas extendieron esta forma de disfrutar de los dulce y exquisito a lo largo de los 12 meses.

Entre las miradas especializadas en este segmento de la producción y el consumo, hay coincidencia con respecto a la calidad y variedad a nivel local.

Una rápida recorrida permite reparar en la presencia destacada de heladerías que pueden rondar entre los 50 y 80 años de trayectoria en la Ciudad.

En casos, se renovaron con la incorporación de otros servicios de la gastronomía al paso, como la carta de bar o de otras delicias de la pastelería. Otras, en cambio, mantienen firme el esquema tradicional del menú de cremas heladas y los despachos tal como se conocieron a mediados del siglo pasado. Todo un sello en la Ciudad. Con todo, hoy puede mostrar con orgullo que en cada barrio hay una heladería de referencia y en muchos de esos casos se trata de firmas cuya trayectoria invita a subirse al coche o la moto para ir en búsqueda de la experiencia con sus preparaciones.

El origen del helado es difuso para las investigaciones que se conocen en estos días.

Una versión de la historia indica que nació con los persas, en una escena casi casual en la que se mezclaron copos de nieve caídos de la montaña con frutos. El choque y el aire, con “una pizca” de magia que le cambiaron el sabor y la apariencia por siempre a esos alimentos.

Luego, los chinos bajo la dinastía Shang Tang sumaron la leche. De ahí en más el helado continuó su viaje por India y todo Oriente. De allí, Marco Polo, en el siglo XIII, tomó varias recetas que fueron populares en las cortes italianas. Siguió cruzando fronteras: el siciliano Francesco Procopio de Coltelli fundó en París la primera heladería del mundo en 1686.

En el siglo XX, milones de inmigrantes europeos llegaron a Argentina para “hacerse la América” y un puñado trajo consigo algo más que una ilusión. De esos sueños de desarrollo nacieron las primeras heladerías de La Plata, entre los ´20 y los ´30 del siglo pasado. Esa historia revive en cada cucurucho o vaso que se sirve en estas horas.

 

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