Que la ansiedad por las previas no “boche” las vacaciones: cómo lograrlo

“Me llevé...” Apenas dos palabras bastan para provocar consternación en muchas familias de la Ciudad, que se embarcan en una carrera contrarreloj en pleno receso estival para garantizar la continuidad educativa de sus hijos. Qué aconsejan los especialistas

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“Nosotros nos volvemos antes, porque el nene” -o “la nena”- “se llevó varias materias y tiene que estudiar”. Para los padres de aquellos adolescentes que quedan con el boletín “inconcluso” cuando se cierra el ciclo lectivo, que aprueben esas asignaturas suele pasar a ser una cuestión de Estado: toda la familia se va a marzo -o a febrero, dadas las actuales instancias de recuperación- y las anheladas vacaciones quedan supeditadas a esa agenda.

“Es una situación que suele ser vista como un fracaso por toda la familia, generando sentimientos de pesar y estigmatización” describe la capacitadora y especialista en educación Laura Lewin: “pero a pesar de nuestra frustración, y tal vez enojo, es necesario que recordemos que los que tienen que atravesar esta situación son nuestros hijos. Y que el apoyo incondicional y la comprensión son las herramientas más poderosas que podemos ofrecerles cuando enfrentan retos académicos porque les va a permitir fomentar la capacidad de enfrentar y superar los desafíos”.

La psicóloga y orientadora platense Tamara Sparti considera que, desde el vamos, “una cuestión fundamental es poder, desde nuestro lugar, advertir cuáles son los efectos de esta situación sobre nosotros -en general, desilusión, o enojo-, y cuáles sobre el o la joven. Porque es clave conocer éstos últimos: ¿Qué le pasa frente a la obligación de rendir un examen o ser evaluado? ¿ Se siente culpable? ¿Tiene miedo? ¿Siente que no puede? ¿Que no sabe? ¿Culpa a otros u otras?”

Retoma Lewin: “como padres, nuestro primer paso es entender las causas detrás de las materias pendientes de nuestros hijos. ¿Se debe a una falta de hábitos de estudio, a una desmotivación general, a problemas emocionales? ¿O a una falta de habilidades de estudio efectivas, a dificultades de aprendizaje, a que no se encuentran en el entorno escolar adecuado, a conflictos con profesores o compañeros? Profundizar en esto nos permitirá brindar el apoyo más efectivo y adaptado a sus necesidades específicas”.

A la preocupación por un flojo, o a veces deplorable, desempeño educativo de los chicos, los padres involucrados suman por estos días el desasosiego por la cuota de responsabilidad que les cabe en ese derrotero, y el dolor de cabeza de repensar sus planes de descanso y receso laboral, y los de los propios “aplazados”.

Para Lewin, “las vacaciones deben seguir siendo un tiempo de descanso, por lo que es importante establecer horarios que equilibren el estudio con el ocio. Crear un entorno de estudio adecuado, libre de distracciones, es esencial para fomentar la concentración y el aprendizaje”.

“No nos olvidemos que los chicos vienen de todo un año de clases, por lo que el descanso y el ocio son tan importantes como el tiempo de estudio” subraya la educadora: “equilibrar los momentos de estudio con actividades recreativas ayuda a mantener la salud mental y mejora la eficiencia del estudio. El manejo del tiempo y la organización del material de estudio son esenciales para un proceso de aprendizaje eficiente y equilibrado. Y ayudar a los chicos a planificar su tiempo y sus tareas puede inculcar habilidades valiosas como la autogestión”.

La secuencia recuperatoria que tienen a su disposición los estudiantes experimentó recientemente algunas reformas, y existen ligeras variaciones regionales, pero hay rasgos que se conservan. En los secundarios bonaerenses, por caso, se siguen teniendo como límite dos materias previas para pasar al siguiente año. Pero en lugar de ir directamente a las tradicionales mesas de examen, se pasa primero por instancias de “intensificación” (las hay en diciembre, febrero y marzo) en las que los docentes despliegan una serie de “estrategias pedagógicas de evaluación”, que pueden ser orales, escritas, o prácticas para lograr la acreditación de la materia sin recurrir el test tan temido.

UN DECÁLOGO PARA AVANZAR

“Siempre en la línea de la responsabilidad, pensemos junto a él o a ella cómo organizar el tiempo y el contenido de las materias que tenga que ‘preparar’” señala Sparti: “ayudemos a lograr una rutina que brinde confianza y de la que pueda apropiarse el o la joven, en situaciones futuras”. En sintonía con estos conceptos, Laura Lewin propone una hoja de ruta posible, con diez recomendaciones orientadas a respaldar a los adolescentes en tiempos de incertidumbre académica:

- Dejar de lado los reproches y las culpas. En lugar de reprochar, es más beneficioso adoptar un enfoque constructivo que fomente la reflexión y el aprendizaje. Esto implica ayudar a los chicos a entender dónde necesitan mejorar y cómo pueden hacerlo, transformando los errores en oportunidades de aprendizaje. Esto ayuda a desarrollar en los chicos habilidades de resiliencia y les enseña a enfrentar los desafíos de manera positiva y proactiva.

- Definir metas alcanzables: Establecer objetivos claros y realistas para cada materia.

- Explorar métodos de estudio: Encontrar hábitos y técnicas que se adapten al estilo de aprendizaje de los chicos. ¿Se concentran mejor de mañana o de tarde? ¿Prefieren estudiar solos o con algún compañero?

- Crear un entorno de estudio adecuado: Designar una zona de estudio que sea tranquila, organizada y bien iluminada. Y por supuesto, libre de distracciones. Los celulares, lejos.

- Fomentar la autonomía: Incentivar la independencia en el estudio y la toma de decisiones. Enseñarles a pedir ayuda cuando la necesita.

- Mantener la comunicación: Dialogar regularmente sobre sus avances y preocupaciones.

- No hacer por ellos: Al hacer por nuestros hijos lo que ellos tienen la capacidad de hacer por sí mismos, inadvertidamente transmitimos el mensaje de “no confío en tu habilidad para hacerlo”, lo cual puede alimentar su inseguridad. Es crucial animarlos a asumir sus propias responsabilidades, ofreciéndoles apoyo y orientación cuando sea necesario, para fortalecer su confianza y autonomía.

- Utilizar herramientas digitales: Integrar de manera efectiva la tecnología en el proceso de estudio para autoevaluarse y repasar.

- Valorar el esfuerzo: Reconocer cada paso adelante y esfuerzo realizado.

- Colaboración entre pares: Promover el estudio en grupo o con compañeros.

CONCLUSIONES

Todas las miradas coinciden en que la tarea de los padres, en los momentos cruciales para los adolescentes, es doble. Por un lado, brindar la estructura y el apoyo que hacen falta para alcanzar el éxito académico, y en simultáneo, por el otro, fomentar la resiliencia y la autonomía. “A través de ese acompañamiento, les enseñamos a nuestros hijos la importancia de no rendirse, incluso cuando el camino parece difícil” señala Laura Lewin: “ya habrá tiempo para capitalizar esta situación y eventualmente, mostrarles que los errores son escalones hacia el éxito, no barreras. Ayudar a nuestros hijos a superar este desafío va más allá del contenido académico; es una lección de vida sobre superar obstáculos y crecer ante la adversidad”.

“En familias donde los padres están separados, el desafío de apoyar a los hijos en su educación requiere un enfoque especial; es esencial que trabajen juntos y se involucren activamente, mostrando un frente unido en cuanto al apoyo académico y emocional. Esta colaboración demuestra a los chicos que, a pesar de las diferencias personales entre los padres, su educación y bienestar siguen siendo una prioridad compartida, y les enseña lecciones importantes sobre trabajo en equipo, resolución de conflictos y madurez emocional” se explaya la capacitadora, autora del libro “Fuertes y Felices, el manual que no te entregaron cuando tuviste hijos”.

 

 

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