Los procesos económicos y sus impactos en todos los niveles de la enseñanza

En la última semana el exrector de la Universidad, Raúl Pessacq, formuló definiciones desafiantes de verdades impuestas. El expresidente del Centro de Estudiantes de Ingeniería y de la FULP generó un debate y posteriormente se publicaron artículos de tres autores distintos. La Dirección de EL DIA discrepó con muchos de los conceptos y afirmaciones que se hicieron, pero el respeto a la pluralidad fue la base de que se decidiera difundirlos a través de la web o del diario papel. Para que los lectores sepan desde qué punto de vista informa EL DIA, porque la objetividad perfecta no existe, el director del diario escribió tres artículos que comienzan a publicarse desde hoy.

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Raúl Kraiselburd

El debate sobre el financiamiento de las Universidades Nacionales argentinas ha descendido a un nivel del que le impide convertirse en un aporte para mejorar la crisis de la enseñanza en todos sus niveles. Han habido manifestaciones que bordean el ridículo como la del presidente, Javier Milei, cuando afirmó que en esas casas de estudios cursan los hijos de millonarios y de las clases media alta. Para no ser menos el vicerrector de la Universidad de Buenos Aires, Emiliano Yacobitti, sostuvo que los que votaron al partido de la Libertad Avanza no tendrían que estudiar en esa casa de estudios, una actitud digna de un patrón de estancia del siglo XIX. Más grave aún, a estudiantes que se identifican con ese partido se les ha impedido reunirse en salones de la Universidad y han sido objeto de violencia, no sólo en La Plata.

Es imposible ignorar la importancia del papel jugado por la enseñanza gratuita en Argentina, que en aquellos primeros años del siglo 20 posibilitó en La Plata el ingreso a hijos de obreros o de inmigrantes recién llegados. Cierto, era un país próspero con distribución de riqueza. Ascendieron socialmente y conformaron una sociedad democrática merced al aprendizaje en la Universidad caracterizada por el pluralismo, el acceso a jóvenes de todas las clases sociales sin discriminaciones de ningún tipo.

Los más prestigiosos y conocidos profesores no sólo dictaban cátedra en la Universidad: algunos lo hacían también en el Colegio Nacional. Quienes se esforzaron y aprobaron el examen de ingreso a ese establecimiento y se recibieron después en la Universidad, en la que todas las ideas eran respetadas, y las innovaciones abrazadas por todos los docentes, destacaron siempre el privilegio con el cual comenzaron su vida profesional. Muchos de ellos años después plantearon que sentían la necesidad de devolver, aunque sea una parte, de lo que la sociedad les había dado a través de la educación gratuita. Y así fue como se propuso un pequeño incremento que afectara solamente a los profesionales en el mal llamado impuesto a las Ganancias con el objetivo de que la Universidad tuviera más recursos. Sostenían que los recursos propios también significarían autarquía financiera para tener fondos de libre disponibilidad. Esa situación socialmente virtuosa sufrió los efectos del golpe de Estado de 1930. Fue la primera oportunidad en que algunos profesores renunciaron o se los declaró cesantes. La pluralidad no se aceptó durante varios años, sin llegar a extremos como los que ocurrieron posteriormente. Pero a mediados de la década de los 30 se inició una recuperación interrumpida, también en 1945, después en 1966 y luego en los ´70. La impaciencia juvenil por acelerar los cambios que se estaban produciendo en lo cultural y en lo económico llevó a más de una generación a considerar que el sistema democrático no generaría la sociedad más justa que deseaban. Los siguientes 36 años eso fue aprovechado para establecer gobiernos autoritarios y finalmente la dictadura de Videla. Con posterioridad se registraron otros hechos surgidos del sectarismo.

Después de 40 años de vigencia de una democracia en perfeccionamiento, la crisis de la enseñanza merecería análisis y exposiciones de profundidad especialmente porque la revolución científico- tecnológica que sacude al mundo genera la necesidad de una verdadera y rápida transformación de la enseñanza en todos los niveles, y no solamente en el universitario.

La inversión en la educación pública de la Argentina es desde hace décadas, insuficiente

La inversión en la educación pública de la Argentina es desde hace décadas, insuficiente. La caída de los recursos económicos ha causado una inevitable pérdida en la calidad de la enseñanza en las escuelas, colegios y universidades. Ese hecho genera un círculo vicioso, ya que a menos educación sigue la falta de crecimiento económico, como también ocurre en los países sometidos a dictaduras.

El expresidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso, interrogado hace 20 años sobre cuánto tiempo transcurriría para que la superioridad de China sobre Occidente fuera incontrastable, contestó que “de ellos dependería de la libertad que los científicos exigen como la independencia de los poderes políticos para investigar; cuando los más importantes científicos del mundo se trasladen a Pekín y no a Boston u Oxford”. El devenir histórico ha demostrado la validez de este concepto que se manifiesta en la superioridad de Estados Unidos en el desarrollo de la industria del conocimiento.

En un mundo en el que la revolución científica y tecnológica facilita el incremento a la producción, los países pobres que tendrán entonces menores recursos para invertir en educación serán cada vez más pobres. Otro tanto ocurrirá en cada nación si sólo una minoría tiene acceso a la enseñanza: las diferencias en la distribución de las riquezas crecerán. Pero aún los privilegiados frente a una mayoría viviendo en el atraso no gozarán de las garantías de la democracia.

Menos PBI

En relación a la Argentina, no puede obviarse el estancamiento y todavía peor la reducción del Producto Bruto Interno por habitante naturalmente disminuye los fondos disponibles para la salud y la educación. Hasta 1933 nuestro país tenía un PBI per cápita equiparable aproximadamente al 98 por ciento del que se registraba en las naciones desarrolladas. Actualmente es solamente de entre el 30 y 40 por ciento del que alcanzan esos países. En relación a nuestros vecinos, el PBI per cápita de Brasil era la quinta parte del de Argentina y actualmente ha llegado a la mitad. Chile, que históricamente lograba un 50 por ciento de lo que producía Argentina per cápita, hoy ha superado a nuestro país. En los últimos años los uruguayos también lograron un mayor ingreso que el de los argentinos. Todo ello consecuencia de un fracaso de las élites intelectuales, empresarias, políticas y gremiales de nuestro país, que, por cuestiones menores, dogmatismos o corrupción nos condujeron al retroceso en todos los campos.

 

 

 

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