Más de 2 millones de trabajadores registrados viven en la pobreza
Edición Impresa | 6 de Octubre de 2024 | 06:09

En nuestro país uno de cada tres trabajadores formales es pobre, a pesar de contar con un empleo en blanco, aguinaldo, salario surgido de negociaciones paritarias, obra social y todas las condiciones que marcan las leyes. Al mismo tiempo, también están bajo la línea de la pobreza el 70% de los trabajadores informales, que no gozan de esos beneficios pero tienen un ingreso estable.
En base a una investigación de la Universidad de Buenos Aires, los investigadores estiman que en la Argentina existen más de 2 millones de trabajadores formales en situación de pobreza, en base a un cálculo hecho sobre la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que toma en consideración los principales conglomerados urbanos del país y excluye las ciudades de menos de 200.000 habitantes. Si se extrapolara a la totalidad de la población, la cantidad podría ser aún mayor.
De acuerdo con los datos oficiales del INDEC procesados por Jorge Paz -investigador del Conicet en el Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (IELDE)-, del total de personas con empleo en el primer trimestre de 2024, el 46,5% trabaja en condiciones de informalidad.
Ese 46,5% se compone de un 26,8% de trabajadores considerados asalariados no registrados (cobra un sueldo por su trabajo, pero no está “en blanco”) y un 19,7% de cuentapropistas no profesionales (es decir, realizan trabajos de forma autónoma, pero de baja calificación y remuneración, como las “changas”).
Desde 2016 este tipo de formas de empleo precarizado aumentó 22,4%, mientras que el trabajo asalariado registrado lo hizo en un 10,1%. Visto de otro modo: de cada 100 empleos creados en los últimos 8 años, 63 fueron trabajos informales y 33, formales (los restantes 4 corresponden a patrones y cuentapropistas profesionales).
La relación de dependencia (cantidad de personas no ocupadas por cada 100 ocupadas) fue de 122 no ocupados cada 100 ocupados en promedio. En el decil más bajo, esta cifra asciende a 255 no ocupados por cada 100 ocupados, lo que indica una alta carga sobre las personas empleadas en estos hogares. En contraste, en el decil más alto, hay solo 31 no ocupados por cada 100 ocupados.
A diferencia de la época de pandemia, en esta oportunidad se observó sectores más perjudicados que otros. Por un lado, están los profesionales o microempresarios, que si bien se vieron afectados por la crisis económica, lograron no caer bajo el umbral de pobreza gracias a las herramientas que tuvieron a su alcance.
En esta línea, también se conoció otro reporte nacional realizado por Opinion Lab, que reveló que el 36% se percibía como de clase social baja, mientras que remontándose un año sólo 18% se veía así; el 38% se identificó como de clase baja (30% antes), el 21% de clase media (el doble un año atrás) y el 4% de clase media alta o alta (9% en 2023). Eso perfila un proceso de movilidad social descendente en términos de autopercepción.
En la pandemia “todos se empobrecieron por igual”, pero esta vez, hubo ganadores y perdedores.
El mismo informe arroja que casi un tercio de quienes se percibían de clase media alta en 2023 se mantienen igual este año, casi 40% siente que bajó un escalón a la media, casi un cuarto que bajó dos hasta el segmento medio bajo; 5% cayó tres peldaños, hasta la baja.
En tanto, del 30% que se veía como media baja el año pasado, la mitad siente que cayó un escalón a la baja, 6% cree que subió un peldaño a la media y 44% que se mantiene igual.
El 43% de quienes se percibían de clase media en 2023 sienten que descendieron un escalón a la baja, un 20% cree que cedió dos hasta la baja y 37% que se mantiene igual este año.
Por otro lado, del 18% que se veía como baja el año pasado, el 71% cree que se mantiene, 3% opina que subió uno a la media y 25% que subió dos hasta la media baja.
De todos modos, en el resultado neto la movilidad descendente autopercibida se impone sobre la ascendente y la estabilidad.
En la misma línea, según Haime & Asociados, respecto a 2022 la autopercepción de nivel social alto cedió 1,3 puntos porcentuales, la de clase media cayó 10,4 puntos porcentuales y la de bajo medio descendió 5,1 puntos; en sentido contrario, quienes se identifican como de clase baja crecieron casi 17 puntos porcentuales en el mismo lapso.
A su turno, la encuesta realizada en agosto por Pulso Research arrojó apenas 0,7% de clase alta, 27,5% de clase media, casi 39% de media baja y 28,5% de baja.
Más allá de los matices, se perfila un patrón de deterioro socioeconómico transversal creciente que implica un empobrecimiento relativo en un contexto que ya era desfavorable en 2023, pero se agravó.
El 70% de la población ocupada ganaba menos de $550.000 al término del primer semestre del año, informó el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
Si se toman los ingresos por hogares, el 70% de estos reunía hasta $950.000, según la misma medición.
En junio, la Canasta Básica Total, que mide el umbral por debajo del cual se cae por debajo de la línea de la pobreza, alcanzaba a $873.168 para una pareja con dos hijos de 6 y 8 años.
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