Además de seguridad, las playas de la Región reclaman otras mejoras
Edición Impresa | 16 de Noviembre de 2024 | 03:36

Más allá de la situación conflictiva desatada entre la Municipalidad de Berisso y el cuerpo de guardavidas -está en curso un reclamo por la reincorporación de integrantes de ese cuerpo que no fueron designados para la actual temporada, en una situación que debiera ser resuelta en forma perentoria por las partes- lo que persiste como contexto es la necesidad de que se vean mejorados no sólo los niveles de seguridad sino una serie de condiciones que garanticen una mejor estadía a los turistas que acuden a los balnearios ribereños.
Por lo pronto, existen sobrados antecedentes sobre los riesgos que implica internarse en las aguas costeras, no sólo por las mareas, corrientes y otras características propias del río sino por los elevados índices de contaminación orgánica e inorgánica que registran. Se habla de balnearios que reciben los fines de semana a muchos miles de personas que buscan esparcimiento en ellos.
Una debida y suficiente distribución de guardavidas en cada uno de los balnearios, la provisión de equipos y elementos que permitan desplegar una labor más consistente a los rescatistas, la cobertura de las vacantes existentes en el cuerpo por la renuncia de guardavidas, forman también parte de la serie de recaudos que deben adoptarse para mejorar los niveles de seguridad.
Como se ha dicho, no debieran desestimarse, tampoco, los negativos antecedentes que se sumaron a lo largo de muchos años. Se puede hablar tanto de bañistas como de deportistas que se internaron con tablas, botes u otros elementos náuticos, que atravesaron contingencias dramáticas en episodios en los que, lamentablemente, muchos de ellos no pudieron ser rescatados. No es un secreto para nadie que el río es muy peligroso y que, por consiguiente, resulta imprescindible disponer de un cuerpo suficiente y confiable de guardavidas.
Medidas adoptadas hace muchas temporadas -como la realización de patrullajes permanentes con gomones, la disponibilidad de ambulancias de alta complejidad, una mayor higiene en las playas y la realización de campañas de concientización acerca de los peligros existentes en el lugar- debieran ser puestas en plena vigencia en la que empieza ahora y, acaso, perfeccionadas.
Tales decisiones, se recordará, surgieron no sólo como corolario de varias reuniones mantenidas entre funcionarios municipales y los sectores que tienen injerencia en el tema, sino también como producto de una experiencia de muchos años.
En el caso de la ribera de Ensenada, nuestra región está esperando desde hace muchos años que Punta Lara recupere el esplendor de antaño, todavía vivo en la memoria de muchos.
A la mayor seguridad en sus playas debería sumarle la realización de otros trabajos imprescindibles, como la reactivación y mejoramiento de sus accesos camineros -entre ellos, el que une a Villa Elisa con Boca Cerrada, en pésimo estado de mantenimiento- para revertir un panorama negativo, impropio de las enormes bondades potenciales que ofrece el balneario.
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