Necesidad de ejercer un mayor control sobre el etiquetado de los alimentos

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La ley nacional 27.642, sancionada en 2021, buscó garantizar el derecho a la salud y la información nutricional adecuada en el envase de los alimentos. A través de su sistema de etiquetado frontal, se identifica el exceso de nutrientes críticos en los alimentos envasados y bebidas sin alcohol, como azúcares, sodio, grasas saturadas y calorías, promoviendo una alimentación más saludable.

Sin embargo, cumplidos ya tres años de su sanción –y más allá de que se lograron avances como la instrumentación del etiquetado octogonal negro- persisten incumplimientos y desafíos, tal como lo dijo el Colegio de Nutricionistas bonaerense ya que en no pocos envases se advierten diversas maniobras que permiten esquivar el mandato legal de brindar al público información cabal sobre lo que consume.

La entidad profesional advirtió que todavía “hay provincias que no reglamentaron completamente la normativa, lo que limita su impacto en la vida cotidiana de la población, como así también, algunas empresas modificaron sus productos para evitar los sellos de advertencia, pero sin mejorar realmente su calidad nutricional. Este tipo de prácticas hace imprescindible la necesidad de fortalecer los controles y promover una mayor transparencia en la industria alimentaria”, se expresó.

Tal como se informó en este diario, el Colegio sostuvo que “es necesario problematizar la implementación de la ley desde una perspectiva integral, que incluya la soberanía alimentaria y la garantía del derecho a una alimentación de calidad”.

Y agregó que los profesionales nutricionistas tanto desde el ámbito clínico como desde la gestión y la educación, “debemos continuar trabajando para que la ley no se vea como una simple herramienta punitiva, sino como una oportunidad para construir entornos alimentarios más saludables y conscientes”

Vinculado estrechamente al problema del correcto etiquetado de los alimentos, diversas y coincidentes fuentes médicas subrayan que es imprescindible favorecer la alimentación segura desde edades tempranas, tanto a través de la adquisición de hábitos alimentarios saludables como promoviendo la actividad física. Es habitual, asimismo, que los especialistas propicien una mayor actividad física y una alimentación más natural, basada sobre todo en vegetales.

La mala alimentación, el consumo excesivo de comidas ricas en hidratos y carbonos, la adicción a las golosinas y a las llamadas comidas basura, así como el sedentarismo influyen decisivamente, junto a los factores genéticos, en la propagación de la obesidad. De allí la importancia de una identificación ajustada a la naturaleza del producto que se consume.

Como en tantas otras enfermedades, resulta necesario, entonces, que se promuevan -especialmente desde los ámbitos oficiales de salud- distintos programas de prevención así como también intensas campañas de control sobre las fábricas productoras de alimento, concientizando a la población sobre este problema. Básicamente, tal como lo indican los especialistas, hacen falta mejorar la calidad alimenticia de la población y respetar las leyes médicas que regulan el consumo.

 

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