La gente reclamó mayor actitud y eso describe lo flojo que jugó el equipo

Por momentos sólo observó el prolijo trato de pelota del rival santiagueño. Fallas en la definición lo alejan de la victoria que tanto necesita

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Por MARTIN MENDINUETA

@firmamendinueta

Las quejas dominaron la escena final en el Bosque. El combo de silbidos e hirientes reproches llegó como duro castigo de los hinchas para un equipo que volvió a quedar muy lejos de lo que su gente tanto necesita.

El mediocre juego del team de Marcelo Méndez fue una constante. La falta de claridad en los últimos metros del campo, y de convicción para desplegar una idea de juego que ha perdido demasiado peso en sus intérpretes, hartó a los hinchas triperos.

En una formación donde únicamente se destacó la voluntad inquebrantable y el sano criterio para buscar siempre a un compañero de Rodrigo Castillo, sobraron los desempeños opacos. Pintado, Valentín Rodríguez y Briasco conformaron el tridente de menos aciertos.

Críticas por el rendimiento a los jugadores, y por la línea de gobierno en lo que refiere al fútbol, hacia los directivos, armó una atmósfera espesa repleta de fastidio y malhumor.

La gente se muestra cansada de sentir y constatar que al equipo siempre le pasa algo que lo aleja del objetivo buscado. El principal reclamo es salir de una vez por todas de la mediocridad de resultados y armar un plantel con reales posibilidades de alcanzar metas seductoras. Allí radica la deuda principal que los hinchas no soportan más.

EL HUÉSPED MANEJÓ BIEN EL BALÓN Y EL LOCAL NO SUPO IMPEDIRLO

En el primer tiempo Gimnasia tuvo un par de buenas oportunidades para anotar, pero también sufrió (como le había ocurrido ante Unión) el prolijo trato de pelota del rival. Sin corte en el medio, los chispazos ofensivos no alcanzaron para calmar los primeros gritos ácidos que se referían a las carencias del dueño de casa.

 

Castillo tuvo un par de buenas llegadas para anotar, aunque volvió a fallar y no puede volver al gol

 

En el segundo tiempo, el ingreso de David Zalazar volvió a prometer y a no cumplir con la expectativa que suele instalar su buena técnica. Centros cortos, pases mal dados y remates fallidos en el instante cúlmine de la jugada empujaron al hombre que reemplazó a Leonardo Morales a la bolsa de los malos rendimientos.

Gimnasia jugó “a lo que salga” y eso denota la alarmante falta de confianza, y de convicción, sobre la idea original.

¿Por qué decayó tanto el ciclo del entrenador uruguayo? ¿Falla Méndez o el bajísimo nivel de muchos jugadores lo arrastran sin remedio? ¿Dónde quedó el libreto medular que tanto entusiasmo sembró en las primeras fechas?

Dirigentes, cuerpo técnico y plantel profesional son socios, con diferentes porcentajes, de este presente que, aun sin tener que convivir con el temor a la pérdida de la categoría, ha crispado los nervios de una hinchada que extravió la tolerancia.

El arrastre de nueve fechas sin triunfos, y el enorme peso de la eliminación de la Copa Argentina ante un Boca “ganable”, como ha ocurrido muy pocas veces, representan una mochila cada vez más pesada.

A esta altura de los acontecimientos, cuando la paciencia parece agotada, la principal exigencia ya no es clasificar a la próxima Copa Sudamericana. Antes que todo, su gente quiere verlo mejor; guiado por una idea bien plasmada en el campo y haciéndole sentir al oponente de turno que tiene elementos como para vencerlo.

Así como se lo observó ayer, sólo lastima la confianza de quienes más lo quieren.

 

Gimnasia

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