Violencia urbana en un barrio privado de Pilar

Las peleas entre vecinos en barrios privados forman parte de una cotidiana realidad, como sucede en cualquier otra parte. Y lo son muy a pesar de ciertas características propias de esos entornos exclusivos.

Es que la locura que se vive en estos tiempos de excesos y violencia, trascienden a cualquier lugar. Como pasó en estas últimas horas en Pilar, donde una discusión por un auto que quedó mal estacionado, terminó con una feroz agresión.

De acuerdo a lo que trascendió del hecho, luego de un cruce de palabras, uno de los consorcistas se bajó de su rodado con un palo de golf y rompió el parabrisas de un Mercedes Benz, que al parecer le obstruía el paso. Todo bajo las lentes de las cámaras, que registraban plano por plano.

Hubo insultos y amenazas. También una exposición del tema, que puede escalar en alguna cuestión judicial. Al margen de las sanciones internas que se puedan adoptar por violación al código de convivencia.

En resumidas cuentas, los emprendimientos de estas características, también conocidos como “countries”, son comunidades que se destacan por tener seguridad privada, infraestructura de calidad y una oferta de servicios de alto nivel, pero también pueden ser escenarios donde emergen tensiones y conflictos entre los residentes.

Se sabe que los barrios cerrados suelen contar con áreas comunes, como canchas de tenis, parques o incluso estacionamientos. Y las disputas sobre el uso de esos espacios pueden generar conflictos, especialmente cuando no se respetan los horarios o las reglas implícitas.

En resumen, las peleas entre vecinos en barrios cerrados son un reflejo de dinámicas sociales y psicológicas, que pueden ser complejas. A pesar de los recursos y las condiciones de estos lugares, las tensiones pueden surgir por desacuerdos en la convivencia diaria, la administración de los espacios comunes y otras cuestiones.

Hace pocos días, en Pinamar, una vecina de La Plata fue atacada a palazos por una golfista, cuando tomaba mate cerca de donde ella jugaba. Fue el grito de “negra del Conurbano”, “rata” y otras barbaridades.