Semillas: pequeños alimentos llenos de beneficios
Edición Impresa | 29 de Diciembre de 2024 | 05:29

El consumo de “semillas de forma regular, aporta grandes beneficios para la salud”. La que habla es la nutricionista de nuestra ciudad Agustina Alda, quien recomienda incluir este alimento en nuestras dietas diarias. Las semillas, esos pequeños tesoros nutricionales, han ganado un lugar destacado en la alimentación saludable.
La nutricionista Agustina Alda enfatiza la importancia de su consumo regular, destacando sus múltiples beneficios para la salud. Uno de los más relevantes es su impacto positivo en el sistema cardiovascular.
LOS BENEFICIOS PARA EL CUERPO
Las semillas ayudan a regular los niveles de colesterol, aumentando el colesterol bueno (HDL) y disminuyendo el colesterol malo (LDL), lo que contribuye a prevenir enfermedades cardíacas. Además, gracias a su alto contenido de fibra, tanto soluble como insoluble, mejoran el tránsito intestinal y previenen problemas de constipación y estreñimiento. La fibra soluble, al retener agua, forma geles que enlentecen la digestión y la absorción de glucosa y colesterol, mientras que la fibra insoluble aumenta el volumen de la materia fecal y estimula la motilidad intestinal. Esta misma fibra, además, juega un papel importante en el control de peso, ya que genera sensación de saciedad, lo que ayuda a regular el apetito.
Cada tipo de semilla ofrece un perfil nutricional único, aunque en general son una excelente fuente de proteínas, grasas saludables (mono y poliinsaturadas), fibra, calcio, fósforo, potasio, hierro y vitaminas del grupo B y E. Entre la amplia variedad disponible, destacan el lino, la chía, el sésamo (tanto blanco como negro), el girasol, la calabaza, la amapola y la quinoa.
Para aprovechar al máximo sus nutrientes, se recomienda molerlas parcial o totalmente antes de consumirlas, ya que de lo contrario su efecto se reduce y actúan principalmente como fibra. Otra opción es consumirlas remojadas, especialmente para personas con problemas de constipación.
UN RECORRIDO POR ESTA PRÁCTICA NUTRICIONAL
El consumo de semillas tiene una larga historia, con raíces en las religiones más antiguas y un papel fundamental en las culturas precolombinas. Sin embargo, tras la introducción del trigo por los españoles, su consumo decayó.
A partir de los años ‘80, resurgieron como un recurso alimenticio valioso, impulsado por una creciente conciencia sobre la importancia de una alimentación saludable y natural. El médico deportólogo Alejo Oviedo coincide en que la demanda actual se centra en alimentos que aporten beneficios para la salud y un mayor valor nutricional, lo que explica el auge del consumo de semillas.
Cada variedad de semilla ofrece beneficios específicos. Las semillas de lino, por ejemplo, ayudan a regular la hipertensión y el colesterol elevado, además de actuar como antioxidantes, anticoagulantes y antiinflamatorias.
UNA POR UNA
Las semillas de chía, ricas en Omega 3, contribuyen a reducir el colesterol LDL y aportan una gran cantidad de energía, además de ser una fuente completa de proteínas. Las semillas de girasol, por su parte, son ricas en vitamina E y ácido fólico, que ayudan a regular los niveles de colesterol en sangre, mejorar las funciones cognitivas y controlar el peso. Las semillas de sésamo, ricas en ácidos grasos insaturados, también ayudan a disminuir el colesterol, además de contener azufre, beneficioso para la piel, las uñas y el cabello, y vitaminas del complejo B.
“Es el gen que constituye el origen nutricional de la planta”
Las semillas de zapallo brindan Omega 3 y 6, ácido fólico, vitaminas del complejo B y E, y minerales como fósforo, magnesio, hierro, zinc, cobre y selenio. Finalmente, la quinoa, considerada un “superalimento”, destaca por su alto valor proteico, conteniendo los nueve aminoácidos esenciales, y por su contenido de vitaminas E y C, potentes antioxidantes.
Las semillas pueden consumirse de diversas formas: enteras (principalmente para la constipación), molidas (para aprovechar las grasas saludables y controlar el colesterol), tostadas (para realzar su sabor) o remojadas (para generar saciedad y regular el colesterol y el azúcar en sangre). Para su correcta conservación, se recomienda guardarlas en recipientes herméticos en lugares frescos, secos y oscuros.
Una ensalada fresca de guinda y pepinos, ideal para el verano / Freepik
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