Marcelo Daniel Cerisola
Edición Impresa | 10 de Marzo de 2024 | 05:13

Marcelo Daniel Cerisola había nacido el 10 de septiembre de 1951 en la ciudad de Buenos Aires. Hijo de del militar de carrera Andrés Cerisola y de Consuelo Campos Rivero. Tenía cuatro hermanos Silvia, Martín, María Luz y Laura.
Por la actividad de su padre, la familia vivió unos años en la ciudad de Tandil hasta que cuando Marcelo tenía 6 años se instalaron en La Plata.
En la Ciudad, Cerisola hizo sus estudios primarios en la Escuela 15 y el “Colegio Sagrado Corazón”. Luego, cursó el secundario en el “Comercial San Martín”.
En su juventud conoció a Adriana Willemoës, con quien después de 5 años de noviazgo se casó en 1983. Fruto de ese amor nació su hija Consuelo, que en matrimonio con Bruno le dieron a sus dos preciadas nietas, Lola y Athila.
En su área profesional, Marcelo estudió la carrera de abogacía y escribanía en la Universidad de La Plata, profesiones que ejerció principalmente en la ciudad de Avellaneda.
La pasión por los caballos fue una de las razones de su vida. Su padre le había contagiado el amor por los caballos, ya que era instructor de equitación dentro del Ejército.
Desde los 9 años, el “Rana”, como lo conocían en el ambiente hípico, comenzó a dedicarse seriamente a este deporte, en el que llegó a ser jinete internacional, tener categoría panamericana y ser jefe del equipo olímpico.
Además, Cerisola se destacó como dirigente de espacios vinculados a la equitación. Fue socio y destacado miembro del Club Hípico y de Golf City Bell, se desempeñó como presidente del Club Hípico de La Plata y presidente de la Federación Ecuestre.
Jovial, carismático y familiero, Marcelo era un hombre de acción y competencia, buscaba la superación en todos los espacios en los que se desempeñaba, asistiendo, ayudando y colaborando con sus pares y amigos.
Su fallecimiento caló muy hondo en su grupo de amigos y allegados a la familia, colegas laborales y también de la actividad hípica que lamentaron su partida.
Su familia lo recuerda como un gran hombre que se comportó siempre muy bien como hermano, marido, padre y abuelo, donde sus nietas eran la luz de sus ojos.
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