El divorcio “gris” afecta a parejas de larga duración

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En un mundo donde el amor parece eterno en las películas y las novelas, la realidad nos muestra un panorama diferente. La tendencia del “divorcio gris”, también conocido como “divorcio de plata” o “de diamante”, está ganando fuerza en varios países, dejando al descubierto la fragilidad de las relaciones incluso después de décadas de convivencia.

Este fenómeno, que se refiere específicamente a la separación de parejas mayores de 50 años, no es una rareza. De hecho, varios estudios, como el liderado por Susan L. Brown y publicado en The Journals of Gerontology, han confirmado un aumento del 50% en la tasa de divorcio entre personas mayores de 55 años entre 1990 y 2010. Sorprendentemente, aproximadamente uno de cada cuatro divorcios ocurridos en 2010 involucró a personas mayores de 50 años.

En España, este fenómeno no ha pasado desapercibido, involucrando incluso a parejas famosas como Bertín Osborne y Fabiola Martínez, Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, o Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler.

INTERROGANTE

Pero, ¿por qué nos divorciamos, especialmente en una etapa de la vida donde se supone que hemos construido una sólida relación? La respuesta es compleja y multifacética. A menudo, el deterioro de la comunicación, el desarrollo de personalidades y objetivos incompatibles, el cambio en las prioridades y la posibilidad de infidelidad juegan un papel crucial en este proceso.

En la edad adulta, el interés por una tercera persona puede surgir debido a la pérdida de interés en la pareja actual, exacerbando las grietas ya existentes en la relación.

El “divorcio gris” no es solo una cuestión emocional, también tiene implicaciones prácticas significativas. La pareja que se enfrenta a esta situación debe considerar cuidadosamente aspectos como la pensión alimenticia, las cuentas de jubilación, el impacto en los hijos, la vivienda compartida y la división de bienes. Los contratos prenupciales, si existen, también juegan un papel crucial en este proceso.

Aunque el “divorcio gris” es una realidad, no significa que sea inevitable. Trabajar para mantener viva la llama del amor, la conexión y el entendimiento compartido puede ayudar a evitar este desenlace desgarrador.

 

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