El deterioro de las veredas preocupa en el Centro

Baldosas despegadas y sueltas en el piso, desniveles, pozos y otras roturas en las aceras son tema de inquietud vecinal

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En la zona céntrica de la Ciudad, la preocupación por el estado de deterioro de las veredas sigue latente. Justo donde más personas se mueven a pie, entre los trabajos, para realizar trámites o hacer compras, las aceras están descuidadas y esto no solo motiva quejas, también produce riesgos de caídas y lastimaduras.

Por ejemplo, la diagonal 80 es uno de los accesos más transitados hacia el corazón de La Plata. Sin embargo, prácticamente no hay cuadra en las que haya varios metros de veredas en condiciones, lo que hace que su tránsito se haga lento y a los tropezones.

No son pocos los vecinos que se quejan porque entre el espacio que ocupan los vendedores ambulantes -llegan a contabilizarse en promedio unos 3 por cuadra- y las veredas rotas, se multiplican las incomodidades para cientos de personas que la recorren a diario.

Tampoco es menor la cuestión estética porque en muchos espacios en los que faltan las baldosas, crecen pastizales o se produce un gran barrial los días de lluvia.

Con los años también dejó de respetarse el modelo de baldosa que tiene que colocarse en ese segmento y se encuentran lajas, inmensos baldosones de piedras y alisados que también se colmaron de trozos de material.

La falta de mantenimiento es notoria como así también la escasez de higiene. Las colillas de cigarrillos, junto a todo tipo de desperdicios, se multiplican adheridos a las superficies rotas en las que deberían estar las baldosas.

El tramo que conecta 1 y 44 con la Plaza San Martín está lleno de montículos que se formaron por malas reparaciones de la acera o por la intervención de empresas de servicios al trabajar en cámaras subterráneas. Algo así se observa por caso en la esquina de diagonal 80 y 47.

Desluciendo la estética de una ciudad que es la capital de la Provincia, en muchos tramos se improvisaron endebles caminos con maderas que están apenas apoyadas en las superficies, por lo que al pasar la inestabilidad del peatón es casi total.

En las veredas de la diagonal 80, que parecen bombardeadas por la desidia, acelerar el paso o correr para llegar a la parada de micro es toda una acción de riesgo.

“Cada dos por tres alguien termina en el piso”, contó la empleada de una tienda que está frente a la basílica San Ponciano. En esa cuadra muchas piezas están apenas apoyadas y además de provocar tropezones con sus bordes, los días de lluvia acumulan un agua que empapa a quien camine a paso firme.

El crecimiento de los árboles merece un capítulo aparte, la falta de control del desarrollo de las raíces forma redondeces en la acera y una presión que despega las baldosas y afecta las cañerías subterráneas.

“Muchos árboles se van ahuecando y la gente le tira la basura, se juntan todo tipo de bichos, no es algo lindo de ver”, comentó un comerciante de diagonal 80, entre 45 y 46. El hombre señaló que falta de un plan general el que hace que toda la arteria se vea como abandonada.

El Código de Espacio Público, así como las ordenanzas y decretos de la Municipalidad, son los que reglamentan cómo deben ser las veredas.

 

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