Dolor en La Plata por la muerte de la reconocida vecina de City Bell María Cristina Guerrini

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El fallecimiento de María Cristina Guerrini de Núñez Miñana provocó una gran tristeza en distintos ámbitos locales en los que fue muy apreciada por sus valores humanitarios.

“Quetita”, como la llamaban sus seres queridos, había nacido el 2 de diciembre de 1936 en La Plata; sus padres fueron Juan Carlos Guerrini y Enriqueta Pérez Varas y creció junto a sus hermanos Alfredo, Florencia, Juan Carlos, Guillermina, Matías e Ignacio.

Estudió magisterio en el Normal 1 e inició la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de la Plata.

Trabajó como maestra rural; además fue catequista en la parroquia Sagrado Corazón de City Bell y profesora de Teología en el Instituto José Manuel Estrada de City Bell.

Cumplió el proyecto de formar su propia familia junto a Horacio Núñez Miñana, oriundo de Gualeguay, con quien se casó en 1962. La familia creció con los nacimientos de sus hijos Isabel, Mariana, Federico y Virginia.

Su esposo era economista y eso los llevó a radicarse por algún tiempo en Maracaibo, Venezuela, donde trabajó como profesor titular de Economía en la Universidad de Zulia. Luego vivió en Berkeley, California, mientras su esposo hacía un posgrado en Economía. Ahí se dedicó a cuidar a sus dos hijas mayores.

Después se mudaron a City Bell donde nacieron sus otros dos hijos. En ese período fue profesora, catequista y participó de las actividades parroquiales. Allí conoció al Padre José Dardi, fundador de la parroquia Sagrado Corazón de City Bell, a quién cuidó en sus últimos años de vida.

Tuvo 10 nietos, Sofía, Agustina, Rosario, Guadalupe, José e Ignacio Marchionni; Victoria, Julia, Pilar y Joaquín Núñez Ponzinibbio y 5 bisnietos, Tomás, Santiago, Lucas y Benjamín Colautti e Inés Colautti. Disfrutaba mucho de pasar tiempo con ellos.

En el tiempo libre le gustaba cocinar para su familia y amigos, en su cocina era habitual el aroma de la comida casera. Además, dedicaba parte de su tiempo al cuidado de su jardín, en especial sus rosales. El contacto con la naturaleza la nutría.

Fue también colaboradora de entidades como el Instituto de Teología; la parroquia Sagrado Corazón de City Bell y Carmelo Seglar de La Plata.

Sus allegados la definieron como una mujer generosa, amable, cálida y de mirada transparente. Fue muy piadosa y demostró su fe mediante sus obras.

 

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