Pulseada pareja donde se notó que Gremio es buen equipo y que el “Barba” arriesgó de más

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Martín Mendinueta

@firmamendinueta

Eduardo Domínguez fue por todo y se quedó sin nada. La expulsión del paraguayo Villasanti le hizo creer al técnico albirrojo que tenía la obligación de irse encima del rival y, guiado por tamaña ambición, terminó siendo víctima de su propia apuesta táctica.

La decisión de desarmar la defensa para engordar el ataque fue la semilla del quiebre definitivo.La salida de un soldado silencioso, como venía siendo Luciano Lollo, para el ingreso de Mauro Méndez resultó ser una trampa.

Renato Portaluppi, que ya acumula casi 500 partidos como entrenador de Gremio, jamás imaginó que la circunstancia de haber quedado con un hombre menos podía derivar en semejante satisfacción.

El silencio que trajo la amargura por la derrota abrió la puerta para algunos de los interrogantes que encendieron el debate: ¿Faltó frialdad para tener bien claro que el empate NO era un mal resultado para Estudiantes?

El fútbol suele potenciar infinitos escenarios. El Barba Domínguez quiso ganar y fue engañado por la presunción de que Gremio, con uno menos, estaba cerca del nocaut. Un contragolpe rápido y preciso no sólo lo alejó del tesoro buscado sino que además le quitó el buen punto que ya sentía guardado en su bolsillo.

Súbitamente, el Grupo C de la Copa Libertadores se conviertió en un terreno resbaladizo donde las certezas brillan por su ausencia.

FUE SENCILLO ADVERTIR TEMPRANO QUE GREMIO ES UN EQUIPO BRAVO

Transcurrido el primer minuto de juego quedó en evidencia la necesidad que arrastraba el huésped. El nuevo título estadual y las obligaciones en la competencia habitual de su país lo habían arrinconado feo. Por eso, quedó claro que no vino a especular. Con la buena técnica que trae desde la cuna y una cuota evidente de fuerte personalidad, Gremio demostró tener argumentos como para dar pelea por la clasificación.

Estudiantes, por su parte, mantuvo los rasgos conocidos y de ningún modo se sintió avasallado. Javier Correa estuvo dos veces cerca del gol, Ascacibar hizo un despliegue muy valioso como bastión solidario y Zaid Romero, cada vez más valorado por los hinchas, se transformó en el baluarte defensivo.

El partido parecía encaminarse hacia un justo empate. Quizás Domínguez, acostumbrado a que el equipo casi siempre saca un plus y termina doblando el brazo de su adversario, se envalentonó y fue por otro impacto cuando debió conformarse con lo que tenía.

Esta última frase tiene relación directa con que ir al ataque y buscar la victoria hasta cuando no es imprescindible tiene excelente prensa en la opinión general.

Quedó flotando en el aire la pena por haber tomado una decisión que rompió la noche y el partido

La conclusión más riesgosa es que Gremio, un muy buen equipo, está “vivo” en la competencia y con la autoestima por las nubes. Parece mentira que, en parte, haya esquivado a la “muerte” beneficiado por un cambio que Domínguez justamente llevó a cabo para aniquilarlo.

El balance general no debiera ser cruel porque Estudiantes estuvo a la altura de lo que le demandaba la difícil prueba. Sólo quedó flotando en el ambiente el “pecado” de exponerse tanto en defensa por ocuparse de la ofensiva.

sin tiempo para lamentos, lo que viene es de enorme valor

Estudiantes debe enfocarse ahora en la otra agenda. Su destacada actualidad le otorga el beneficio de afrontar una semifinal importantísima. No puede permitir que la lógica desazón gobierne su estado de ánimo.

Lo de anoche dejará la oportunidad del aprendizaje. Una pizca menos de ambición, una estrategia más vinculada al ajedrez que a la pelota, pisar el freno en el momento indicado y la inteligencia de conformarse con dar pequeños pasos para evitar el riesgo del tropiezo, compone la lección que seguramente internalizará el tutor del grupo.

Nada ha terminado. Por el contrario, esto recién empezó y hay mucho camino por recorrer. Ya volverá a ocuparse de la Copa, ahora le aguarda otro examen repleto de exigencias.

 

 

 

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