"No me condenen, soy Giordano": el peluquero, culpable en un juicio por insolvencia fraudulenta

Roberto Giordano fue condenado a tres años de prisión por insolvencia fraudulenta. La pena se desprendió de un juicio abreviado donde asumió su culpabilidad.

Esta causa implica que escondió bienes a propósito con el objetivo de evitar embargos ante sus deudas. El juez Jorge Zabala fue quien firmó la sentencia.

Vale mencionar que Giordano tiene una pena de dos años anterior por una condena similar, aunque en ese caso se espera la confirmación de la Corte Suprema de Justicia.

Las pruebas acumuladas durante la investigación y el desarrollo del juicio lo dejaron entre la espada y la pared. Así, por recomendación de sus abogados, se declaró culpable y redujo la sentencia dispuesta.

Fuentes oficiales del fuero penal económico sostuvieron que lo que hizo el estilista fue “crear una serie de empresas falsas y sellos de goma que puso a nombre de conocidos suyos, en su mayoría empleados sin capacidad financiera. Empresas que en realidad él manejaba desde las sombras, es decir, testaferros. El objetivo fue esconder en estas sociedades fantasmas 17 bienes para evitar perderlos cuando AFIP lo investigaba y tenía conocimiento de ello”. 

Las empresas fantasmas fueron llamadas Big Brands S.A, Nilamar S.A, Unidor S.R.L y Arimis S.R.L, por mencionar algunas. “Una vez que hizo todo eso, la empresa que él reconocía como propia, ASPIL S.A., quedó vacía, es decir, solo quedó el cascarón: sin empleados, sin bienes, sin absolutamente nada. Mientras tanto, seguía ahí acumulando deudas, no pagaba impuestos, evitaba abonar las cargas sociales. Si le hacían juicio, ya no tenía nada a su nombre, lo había pasado todo a las empresas truchas. Esa es la maniobra. La realidad es que es muy común que se haga esto solo que él lo llevó al paroxismo”, añadieron. 

En primer término, Giordano se desprendió de la acusación afirmando que después de los juicios afrontados, decidió dejar sus empresas y marcas para ser “un empleado más” ofreciendo servicios de marketing y asesoramiento y que las empresas en cuestión “lo habían contratado”. 

Pero la autoridad máxima no le creyó y, en cambio, alegó para su condena: “Era el verdadero responsable de la explotación de la cadena de peluquerías y que los cargos directivos de tales empresas se encontrarían ocupados a título formal por personas relacionadas con aquel”.

ROBERTO GIORDANO

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