Máximo Kirchner, una jugada cuestionada y las preguntas que surcan al PJ bonaerense

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Mariano Pérez de Eulate

mpeulate@eldia.com

El llamado a elecciones que hizo Máximo Kirchner para consagrar nuevas autoridades en el PJ bonaerense sorprendió a la mayoría del mundillo justicialista de la Provincia. Fue una decisión unipersonal, que varios creen reñida con la supuesta lógica democrática de los partidos políticos.

Así, el diputado nacional y titular de la fuerza a nivel provincial propone adelantar un año su salida del cargo. Su actual mandato vence a fines de 2025 y la fecha sugerida para el comicio interno es el 17 de noviembre próximo. En la liturgia peronista, esa jornada conmemora el Día de la Militancia, a propósito del regreso de Perón del exilio.

El llamado también se da en medio de un pico de tensión en la relación entre Kirchner y su agrupación política La Cámpora y Axel Kicillof, que coincide con -o se debe a- los primeros movimientos del gobernador y su tropa para fortalecer su figura en la dinámica interna del peronismo, con el año 2027 en la mira.

Sin reelección, Kicillof ha comenzado un proceso de despegue personal pensando en un proyecto nacional que supone salir de la tutela del kirchnerismo duro, del que Máximo y sus muchachos son sinónimos. Axel cree que tiene tiempo para re-perfilarse, sin renegar de su pasado al lado de Cristina Kirchner pero sacándose de encima el mote de que es una suerte de pupilo de ella. En ese camino de despegue, Axel no puede ser un nuevo Alberto Fernández, analizan los consejeros políticos del gobernador.

Por ahora el kicillofismo guarda silencio respecto al llamado a elecciones internas que propuso Máximo, que tuvo un primer rebote fuerte en boca del intendente peronista de Esteban Echeverría, Fernando Gray, tal vez la única voz que critica a Kirchner desde hace años y siempre rechazó su entronización en el PJ provincial.

“No entendieron nada”

Gray salió a cuestionar los modos de la convocatoria de Máximo, comunicada por sus redes sociales. En la tarde de ayer, sacó un comunicado titulado “No entendieron nada”, donde explica que se opone al llamado a internas en el marco de lo que él entiende que es un proceso en el que no se están respetando los mecanismos institucionales y partidarios.

“Luego de la derrota en las elecciones nacionales del año pasado, esperamos gestos de humildad, reflexión o autocrítica. Pero nada de eso sucedió. Los principales referentes del frente político, que integra el partido Justicialista, se hicieron los desentendidos. La culpa y la responsabilidad fueron ‘del otro’”, se lee al comienzo del texto.

Tiene razón en algo: el PJ no ha insinuado ninguna autocrítica por la derrota en segunda vuelta y por la parte que le cabe en la llegada del libertario Javier Milei al poder, un hombre excéntrico, sin historia política, que le ganó a una formidable maquinaria de recursos estatales.

En su momento, Gray judicializó la llegada de Máximo a la presidencia del PJ bonaerense, una presentación que está en la Corte Suprema. Cuestionó, básicamente, el modo en que fue elegido Kirchner, por una suerte de acuerdo intra-partidario -allá por el 2021- que lo dejó afuera a él y a cualquiera que quisiera oponerse y que no respetó otra serie de entendimientos pre-existentes.

“Me permito recordarles que esto no es un club de amigos”, expresó ayer. Probablemente también accione contra esta convocatoria, según adelantó ayer en diálogo con este cronista.

¿Qué busca Máximo con esta movida? Una palabra muy usada por dirigentes peronistas en estas horas, a modo de respuesta a esa pregunta, es “descomprimir”. Poner un horizonte cercano a fin de año para aliviar el nivel de tensión coyuntural con Kicillof quien, recordemos, en 2021 soportó una suerte de intervención de su gabinete apadrinada por Kirchner y ejecutada por los intendentes del Conurbano que eran aliados del “hijísimo”. Hoy, la mayoría sigue siéndolo.

Pero Máximo también buscaría contar lealtades, mapear al peronismo provincial en la búsqueda de esclarecer con qué puede contar para un futuro en el que se supone procurará, como mínimo, mantener lo que tiene. En especial lo referido a las representaciones legislativas nacional y provincial que les responden a él y a su madre. La vieja disputa por la lapicera para confeccionar las listas que, hasta ahora, siempre hegemonizó Cristina, con dosis de menor o mayor generocidad a la hora de repartir candidaturas. Se supone que el incipiente kicillofismo nace para cortar esa pulsión cristinista o, al menos, para forzar una re-configuración.

En este sentido, y luego de decisiones que llevaron a algunas victorias pero también a muchas derrotas, tal vez Máximo haya olido la inminencia de un posible operativo clamor a favor de Axel dentro de la fuerza que integra. El gobernador ha tomado la decisión trabajar un perfil de opositor por excelencia a Milei, en el marco de aquel plan de nacionalización de su figura. Para eso, necesita sí o sí masa crítica de la Provincia y de otros distritos, voceros que trasciendan su entorno más cercano y un poco liviano. Gestos recientes de Cristina en sus recientes apariciones, buscando restarle centralidad, buscarían marcarle los tiempos.

Efecto tracción

El 17 de noviembre elegido por Máximo para la renovación de cargos partidarios perseguiría la idea de calzar ese trámite con la elección de autoridades del PJ nacional, tal vez buscando algún efecto tracción para beneficiar su revalidación. Así, surge una pregunta que se hacen muchos peronistas: ¿Kirchner tiene el dato de que su madre piensa competir por algún cargo de conducción del Justicialismo a nivel país? ¿Está plantando una suerte de desafío familiar a posibles retadores? ¿O, como se comenta, pensaría en Wado de Pedro para el PJ bonaerense?

Hoy, más allá de las tensiones, parece muy lejana la posibilidad de una interna partidaria entre Axel y su gente contra Máximo y su tropa. En todo caso, una lectura posible es que la insinuación del gobernador de esculpir una suerte de post-kirchnerismo (“Hay que escribir una nueva canción”, dijo), obligó al diputado a adelantar los tiempos. Como para recordar que, aún menguada, la facción peronista más fuerte sigue siendo la que lidera Cristina, quien vería en el descontento que provoca el ajuste en sectores vulnerables y medios la posibilidad de recuperar adhesiones perdidas en la elección del año pasado y sentarse con ese capital en la mesa de discusión del 2027.

 

Máximo Kirchner

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