Cambio climático: los efectos son cada vez más tangibles
Edición Impresa | 26 de Mayo de 2024 | 07:32

El efecto invernadero y la contaminación no parece tener un final, a raíz de la falta de compromiso mundial con los objetivos de descarbonización del planeta.
En un giro inesperado, el cambio climático no solo amenaza con alterar ecosistemas y condiciones meteorológicas extremas, sino que también podría transformar la experiencia de volar. Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Nature revela que el calentamiento global está intensificando la frecuencia y severidad de las turbulencias en los aviones, un fenómeno que podría afectar considerablemente los vuelos en el futuro.
Investigadores de la Universidad Nacional de Seúl y la Universidad de Reading han analizado datos de vuelos entre 1979 y 2020, descubriendo un aumento significativo en la incidencia y fuerza de las turbulencias. Según Jung-Hoon Kim, investigador atmosférico de la Universidad Nacional de Seúl, “el cambio climático está haciendo que las turbulencias sean más frecuentes y graves”. Este incremento, como asegura Paul Williams, principal autor del estudio y miembro de la Universidad de Reading, se debe casi con certeza al cambio climático, que está intensificando las corrientes en chorro, responsables de estos movimientos bruscos en el aire.
Las turbulencias, ese fenómeno que tantos pasajeros temen, se producen cuando los aviones atraviesan flujos de aire ascendentes y descendentes. Estas corrientes pueden ser generadas por diversas causas, como el aire que se desplaza sobre cadenas montañosas o las interacciones con frentes meteorológicos. Las turbulencias de cielo despejado, en particular, son las más peligrosas debido a su imprevisibilidad y la falta de señales visibles.
A pesar de este sombrío panorama, no se espera que los itinerarios de vuelo cambien drásticamente debido a las turbulencias. Sin embargo, los expertos advierten que los pasajeros deben prepararse para experimentar turbulencias más frecuentes, prolongadas e intensas. “Es crucial que tanto las aerolíneas como los pasajeros tomen conciencia de esta tendencia y se preparen adecuadamente”, señaló Williams.
Para mitigar el impacto de este fenómeno, las aerolíneas podrían necesitar mejorar la tecnología de detección y pronóstico de turbulencias. Además, los fabricantes de aviones podrían considerar diseños que minimicen la percepción de estos movimientos. Por su parte, los pasajeros deben seguir siempre las recomendaciones de seguridad, como mantener el cinturón de seguridad abrochado durante todo el vuelo.
El cambio climático está revelando sus efectos de formas cada vez más insospechadas, y el aumento de turbulencias en vuelos es solo una de ellas. Mientras la comunidad científica continúa investigando y comprendiendo mejor estos fenómenos, es fundamental que tanto la industria aeronáutica como los viajeros estén preparados para enfrentar estos nuevos desafíos. El vuelo, que una vez fue símbolo de avance y modernidad, ahora también se convierte en un recordatorio de nuestra interconexión con el entorno y la urgente necesidad de enfrentar el cambio climático con acciones decisivas.
“El cambio climático está haciendo que las turbulencias sean más graves y frecuentes”
AUMENTA LA PREOCUPACIÓN
El vuelo 321 de Singapore Airlines, que partió desde Londres con destino a Singapur, se convirtió en el epicentro de un trágico episodio que sorprendió a todos: una intensa turbulencia en “cielo limpio” causó la muerte de un pasajero y dejó a 130 personas con lesiones de diversa gravedad. Este evento, que duró solo unos minutos pero provocó que el avión descendiera abruptamente 1.800 metros, ha puesto de relieve un fenómeno cada vez más asociado con el cambio climático.
Las turbulencias son habituales en los vuelos y, en la mayoría de los casos, pueden preverse y evitarse gracias a la tecnología moderna y la experiencia de los pilotos. Sin embargo, la turbulencia que afectó al vuelo 321 se produjo en un “cielo limpio”, un tipo de turbulencia conocida como CAT (Clear Air Turbulence), caracterizada por su invisibilidad y su imprevisibilidad. Estas turbulencias pueden alcanzar velocidades de hasta 150 km/h y, debido a la ausencia de nubes u otros indicadores visibles, no pueden ser detectadas por los radares y satélites actuales.
Durante el vuelo, el Boeing 777-300 de Singapore Airlines atravesaba su ruta normal cuando, de repente, fue golpeado por esta turbulencia inesperada. Los pasajeros que no llevaban sus cinturones de seguridad abrochados, así como aquellos que se encontraban de pie o en los baños, fueron lanzados violentamente contra las paredes, el techo y el piso del avión. Este caos resultó en una trágica pérdida y múltiples lesiones, desde golpes menores hasta fracturas graves.
Las autoridades aeronáuticas y expertos en meteorología están llevando a cabo una investigación exhaustiva para determinar las causas precisas de este incidente y cómo prevenir futuros eventos similares. Según los primeros hallazgos, hay una creciente preocupación de que el cambio climático esté exacerbando la frecuencia y severidad de estas turbulencias. El aumento de la temperatura del aire contribuye a mayores diferencias de temperatura y velocidad entre las corrientes de aire, creando condiciones propicias para turbulencias más intensas y frecuentes.
La comunidad científica está cada vez más convencida de que el cambio climático está influyendo en la dinámica de la atmósfera. Mark Prosser, investigador de meteorología en la Universidad de Reading, afirma que “las turbulencias hacen que los vuelos sean accidentados y pueden ser peligrosos”. Los expertos predicen que, en las próximas décadas, la incidencia de estas turbulencias podría duplicarse o incluso triplicarse, afectando la seguridad y la economía de la aviación.
El cambio climático afecta diversos aspectos y la aviación no es una excepción
El fenómeno no solo tiene implicaciones de seguridad, sino también económicas. Se estima que las turbulencias causan daños anuales entre 150 y 500 millones de dólares en Estados Unidos, debido al desgaste de las aeronaves y las lesiones a pasajeros y tripulaciones.
Frente a este desafío, las aerolíneas y los fabricantes de aviones están explorando nuevas tecnologías y estrategias para mejorar la detección y gestión de las turbulencias en aire claro. Mientras tanto, es vital que los pasajeros sigan las recomendaciones de seguridad, como mantener el cinturón de seguridad abrochado durante todo el vuelo, incluso cuando el viaje parece transcurrir con normalidad.
El incidente del vuelo 321 de Singapore Airlines es un recordatorio de que el cambio climático tiene consecuencias amplias y a veces inesperadas. La aviación, un sector crucial para la economía global, debe adaptarse rápidamente a estos cambios para garantizar la seguridad de sus operaciones. Las rutas de vuelo podrían necesitar ser reevaluadas y ajustadas para minimizar la exposición a estas peligrosas turbulencias.
El cambio climático ya está afectando diversos aspectos de nuestra vida diaria, y la aviación no es una excepción. La comunidad científica y la industria aeronáutica deben trabajar juntas para mitigar estos riesgos y asegurar que los cielos sigan siendo seguros para todos los viajeros.
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