Crece la conmoción por el asesinato del estudiante de la UNLP en Bernal: ¿qué se sabe?

Carlos Enrique Sánchez Paredes tenía 22 años, vivía en Bernal Oeste, partido de Quilmes, estudiaba Ingeniería en Sistemas en la UNLP y era dueño de miles de proyectos. Pero la maldita inseguridad se cruzó en su camino y, cuando caminaba hacia la parada del colectivo para viajar a la facultad, en La Plata, donde tenía que rendir un examen, dos delincuentes lo golpearon en la cabeza con un caño. Murió casi en el acto. La hipótesis más fuerte es que se trató de un ataque en un contexto de robo, aunque todavía no hay detenidos.

Demás está decir que el hecho provocó muestras de profundo dolor y conmoción en distintos ámbitos, muchos de ellos ligados a nuestra ciudad.

“Qué injusta es la vida, un pibe del barrio que se esforzaba día a día en estudiar y trabajar para tener un futuro mejor y unas ratas inmundas te arrancan la vida!!! Descansá en paz, Carlitos!!!”, fue uno de los sentidos mensajes que se volcó a las redes sociales, junto a una imagen de la víctima con su madre.

Precisamente, quebrada de dolor, la mujer hizo público su pedido de justicia: “Estoy pidiendo por mi hijo. No tengo abogado, no tengo nada. Que los agarren y no los dejen salir, porque la Justicia no existe. Él es mi vida, señor”.

No fue la única mención a Carlos, que era un chico muy querido por todos.

“Compartíamos el mismo lugar de trabajo y la noticia me dejó impactada. Un chico sencillo y, sobre todo, muy joven y capaz. Es lamentable que pase esto. ¡Justicia por Carlos! y mis condolencias a la familia. QEPD”, expresó una conocida.

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El accionar “motochorro” se sintió con una fuerte acelerada de robos

“Una noticia muy triste. Carlitos, como lo conocíamos la mayoría, con 22 años, estudiaba y trabajaba. Buen compañero, siempre predispuesto en el trabajo, amable, sencillo. QEPD. Justicia para él”, escribió otra de sus compañeras.

En tanto, una allegada expresó: “Que en paz descanses, Carlos. Excelente compañero y amigo. Abrazos a la familia. Muy injusto”. Los mensajes reflejan no solo el dolor por la pérdida de Carlos, sino también el pedido de justicia para que su trágica muerte no quede impune”.

EL ATAQUE

El día en que ocurrió el hecho -el sábado por la mañana- su mamá, como siempre, se quedó en la vereda viendo cómo su hijo se alejaba hasta que lo perdió de vista.

Luego, como era costumbre entre ellos, la mujer esperó por el mensaje que daba cuenta de que ya estaba en viaje, algo común, para que se quedara tranquila. Pero ese WhatsApp nunca llegó y la mamá de Carlos salió a buscarlo por el barrio. Lo encontró a poco más de 100 metros de su vivienda boca abajo, agonizaba.

Carlos, que el 26 de julio habría cumplido 23 años, llegó sin vida al hospital de Wilde, trasladado por un vecino. “Lo mataron de un golpe en la cabeza para robarle el celular”, se indicó de manera extraoficial.

Hasta el momento, los investigadores de la DDI de Quilmes sabrían eso y no mucho más.

La causa es encabezada por la fiscal Karina Gallo, de la UFI N°4 del Departamento Judicial quilmeño.

El resto es un misterio: no habría cámaras de seguridad en la zona, ni testigos presenciales. Tampoco hallaron el elemento homicida en la escena.

Carlos, que estudiaba la carrera de Ingeniería en la UNLP y que trabajaba en Comisión de Investigaciones Científicas, fue atacado en muy cerca del cruce de Misiones y Falucho, a metros de uno de los ingresos a la Villa Itatí.

La víctima tenía una herida en la cabeza, provocada por un objeto contundente. Su asesino le dio un golpe fatal, pero los investigadores aún no saben siquiera cuántos lo atacaron.

En tanto, Elizabeth, hermana de la víctima, manifestó con dolor: “A mi hermano lo asesinaron en la esquina de mi casa”. Y agregó que “le pegaron hasta matarlo”.

También Janet, la tía de Carlos, expresó en su Facebook: “Es difícil asimilar tu injusta partida mi querido sobrino, mi Carlitos. Nos dejás destrozado el corazón. Descansá en paz. Dios te tenga en su Santa gloria. Ahora estás junto a tus abuelos”.

Se supo que el joven, aprovechando su expertise, solía hacer changas como técnico electrónico. Arreglaba computadoras, lavarropas y todo lo vinculado con la electricidad.