“Escarabajos”: pasado y presente de las violencias escondidas
Edición Impresa | 26 de Junio de 2024 | 05:01

En agosto de 1975, se estrenó la primera obra de Pacho O’Donnell en ser llevada a escena: “Escarabajos”, con dirección de un también principiante Hugo Urquijo, subía a escena en tiempos donde se aconsejaba no hablar demasiado de la violencia. Y la obra hacía justamente eso.
Y esa misma propuesta, ese mismo gesto de provocación, es completamente contemporáneo, dice Victoria Onetto, que protagoniza una nueva puesta de la pieza, estrenada este año en el porteño Centro Cultural de la Cooperación con dirección de Juan Manuel Correa, y que se verá en el Coliseo Podestá el viernes.
La puesta marca el regreso de Onetto a los escenarios desde la pandemia: la actriz, acompañada sobre escena por Nelson Rueda y Eloy Rossen, pasó buena parte de los años desde el COVID trabajando en la gestión, primero en Avellaneda, y hace cuatro años en la Provincia, bajo Axel Kicillof: es la subsecretaria de Políticas Culturales de la Provincia de Buenos Aires, desde donde “creemos fervientemente que el acceso a los bienes culturales es un derecho”.
Lo cierto es que la gestión tomó su vida por completo, y la actriz quedó de lado. Un tiempo. Hoy, relata en diálogo con EL DIA, “espero con ansias esas dos horas, las horas en el escenario, ese ritual de ir a comer después con amigos”. Sin embargo, pensó que quizás el ritual podría no ser compatible con su lugar en la política: Onetto estaba en medio de la campaña, en octubre, cuando la llamó O’Donnell para hablarle de la reposición de “Escarabajos”, y aunque “con Pacho me une un vínculo, lo conozco de toda la vida, un gran mentor”, le dijo que “lo veía difícil, los tiempos de la gestión son tensos. Pero igual, le pedí que me mandara la obra. Me la mandó esa noche: la leí sin dormir, a las 9 de la mañana lo estaba llamando a Pacho para decirle que quería hacer la obra, quería interpretar a Marta”.
Marta es la matriarca de una familia burguesa donde bajo la apariencia de total normalidad se juegan relaciones de poder, de sumisión, de extorsión, de manipulación psicológica, económica y sexual, que trazaban y trazan un paralelismo con el mundo exterior.
“Es un matrimonio roto, que ejerce la violencia con un hijo que no está, que no se sabe dónde está: entonces otro joven, un repartidor de un almacén, lo sustituye, y ejercen esa violencia contra este adolescente, una violencia psicológica, económica, sexual, simbólica”, explica Onetto.
“La obra incomoda. El objetivo de las artes escénicas es crear ámbitos de reflexión, de debate, de pensamiento crítico. Que te pase algo”
Victoria Onetto,
protagonista de “Escarabajos”
La pregunta que flota en el fondo del telón es “si esa violencia dentro de la familia es reflejo de la violencia social, o viceversa. Hoy, lo que estamos viviendo a nivel social, a nivel de los discursos, ejercidos desde los niveles más altos, desde la Presidencia, es como con un lenguaje soez se denosta la institucionalidad del Estado, y eso genera sobre las capas inferiores un nivel de violencia que ya lo estamos viendo en las calles, en las familias. Entonces, creo que hablar de la violencia, reeditando un texto del 75, pero que sea tan actual, eriza la piel. Pacho la escribió en 1975, en plena Triple A, el preludio del horror. Pero la obra es absolutamente contemporánea, habla de la violencia, de una violencia plasmada en todos los campos”.
En ese sentido, dice, “la obra incomoda: el teatro es el ámbito donde la cultura está más viva que nunca, el teatro es cultura viviente, el objetivo de las artes escénicas es crear ámbitos de reflexión, de debate, de pensamiento crítico. Que te pase algo, que el espectador que vaya a vernos se vaya transformado de alguna manera”.
- ¿Ves, siempre viste, tu carrera como una extensión de tu compromiso político?
- Creo que es algo que se empezó a dar a partir de un momento de mi carrera, de mi edad. Yo fui una niña actriz, arranqué muy chiquita, y en los 90, cuando se vivía una crisis muy grande, yo tenía entre 20 y 30 años, fueron años muy fructíferos para mí. Y el mercado era otro para los actores y actrices, los canales producían muchísimas novelas y unitarios, éramos artistas exclusivos de los canales. Yo llevo en mi sangre parte de la historia nacional militante (su padre, Manolo Belloni, era un miembro de las Fuerzas Armadas Peronistas, y fue asesinado en 1971, durante la dictadura de Lanusse; Onetto es hija póstuma), tengo un compromiso político, pero en un momento, empecé a entender la cultura como una herramienta de transformación social, más allá del divertimento, después de ser mamá: eso me cambió todo, la vida, la cabeza, las prioridades. Empecé a entender que tenía la posibilidad y la capacidad de gestionar, de crear mis propios contenidos, y me empecé a meter más en la gestión, y la gestión va ligada a la política.
- Y cuando comenzaste en la gestión, ¿pensabas que ibas a tener que ir dejando la actuación? ¿Cómo conviven hoy la actriz y la política?
- Cuando me ofrecieron sumarme a la gestión en Avellaneda, lo primero que dije es que si aparecían cosas de actriz, quería seguir haciéndolas. Y de hecho, las hice. Pero la pandemia detuvo todo, por eso esta para mi es una vuelta muy significativa. Volver al teatro con esta obra, en este momento social, con el cargo que ocupo, es sin dudas un posicionamiento político: la actriz y la funcionaria se potencian, van de la mano. ¿Cómo conviven? Y bueno, es un poco la Mujer Maravilla… Soy madre, esposa, juego al tenis… Hago de todo. Pero hay que vivirla la vida, y yo soy así, no se vivirla de otra manera.
- Mencionabas que la industria era otra en los 90. ¿Cómo ves hoy el panorama a nivel cultural?
- Pésimo. Obvio. Si las políticas a nivel nacional quieren cerrar la cultura. Pero la cultura no se cierra, no se detiene por un decreto de un gobierno que es circunstancial. En la dictadura ponían carteles que decían “el silencio es salud”: la cultura es gritar, rebelarse, criticar, así que no solo no nos vamos a callar, vamos a seguir gritando más fuerte.
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