El comercio y la industria platenses sólo necesitan estímulos para crecer
Edición Impresa | 9 de Junio de 2024 | 03:08

Un informe publicado en este diario reveló datos sobre el aumento de la recesión y de los costos comerciales en La Plata, que están obligando a muchos empresarios a liquidar sus negocios por cierre definitivo. Persianas bajas en muchas zonas que se suman a los anuncios de alquiler de locales conforman esa penosa postal en la mayoría de las calles comerciales de la Ciudad.
Ese panorama pudo verse en la zona de 50 entre 4 y 5, característica por su densidad y pujanza comercial. Lo mismo a lo largo de la tradicional calle 12, cuya Asociación de Amigos a través de su presidente calificó a este momento como “muy complicado”, para asegurar que corren varios meses de caída de ventas. Allí se coincide en que los comerciantes que tienen espalda pueden aguantar un tiempo más y en que “la expectativa está puesta en el aguinaldo de junio, que puede dar algo de oxígeno”.
Tal como se dijo, la situación es también crítica incluso en lugares con mayor concentración de clientela con nivel socioeconómico ABC 1: esto es, clase media alta. Como ocurre desde hace un tiempo en City Bell, donde se presenta la baja de muchos comercios por la caída drástica en las ventas.
El refrán “sobre llovido, mojado” tiene plena validez. Si se revisa algunos años atrás, los datos ya marcaban este paisaje recesivo. Un informe realizado en 2020 por el Laboratorio de Desarrollo Sectorial y Territorial, de la facultad de Ciencias Económicas de la UNLP aludió a la situación crítica que se vivía en La Plata, desde al menos dos años antes, reflejado en la baja de muchos comercios por la caída en las ventas.
Está claro que la pandemia había acelerado una crisis que venía de lejos. Se advertía allí que el 74 por ciento de los comerciantes platenses vio caer sus ventas en forma abrupta en el tercer trimestre del año, con respecto al mismo período de 2019, sumado ello a la declinación que se había agudizado siete meses antes con la aparición del coronavirus y el inicio de la cuarentena.
Se dijo entonces que se estaba ante evidencias acuciantes de que la Ciudad debía reaccionar y encontrar fórmulas que le permitieran superar la crisis que agobiaba a uno de los resortes principales de su vida económica.
Hubo un natural y pequeño repunte al retirarse la pandemia, pero la Ciudad nunca retomó el ritmo comercial de sus mejores épocas. “Algunos esperan para ver si algo cambia, pero también están los que se quejan de que las deudas son infernales y, si no cuentan con respaldo, no les queda más alternativa que cerrar”, dijo ahora un quiosquero de avenida 7.
Para otros, los costos laborales resultan muy pesados, “entre sueldo y aportes tengo que contar con algo más de un millón de pesos por mes para pagarle a mi empleado, las ventas no están mal en mi comercio, pero tampoco resulta fácil llevar adelante el negocio”, consignó otro propietario de un comercio.
Los costos para los empresarios y muchos precios para los consumidores no paran de subir. Los alquileres, los impuestos, las tarifas, los combustibles, los sueldos, todo empuja a que los precios suban sin freno y sólo sirve para retraer la demanda. El diagnóstico del problema es sencillo, pero no existe aún en el país coincidencias para definir los programas y medidas que deben adoptarse.
La Plata vive una situación extremadamente crítica que debe, primeramente, reconocerse en su profundidad. Y lo que debe promoverse es la aplicación de un plan de reactivación para lo inmediato y otro a largo plazo, tanto para el comercio como para la industria. Las cámaras empresariales así lo han manifestado en forma reiterada.
Siempre se ha señalado que nuestra ciudad cuenta con valiosas ventajas comparativas, en particular las vinculadas a los recursos humanos con los que cuenta, entre otros motivos a partir de la gravitante influencia de sus unidades académicas y organismos como la Cic y el Conicet. También dispone como base del colchón flotador de la administración publica que garantiza ingresos a miles de empleados públicos.
Tanto el comercio como la industria cuentan, entonces, con esas bases cercanas y sólidas que pueden servir como plataformas para potenciar los resortes económicos existentes. Ello, como se ha dicho, sin perjuicio de la asistencia que el Estado debe prestarle a un empresariado que sólo necesita estímulos para crecer y crear nuevas fuentes de trabajo.
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