“Porque las nubes hablan”: poesía para revelar lo real
Edición Impresa | 30 de Agosto de 2024 | 03:56

Annie Stein dedicó primero su vida a los negocios. Pero a partir de 1995, comenzó un nuevo camino, un camino artístico que la llevó a la poesía: la ahora poeta acaba de publicar un nuevo libro, “Porque las nubes hablan”, que presentará esta noche, a las 20, en el Teatro de Cámara de City Bell.
Allí estará Hernán Kallis, musicalizando la velada con su guitarra, y Santiago Kovadloff, leyendo. El ensayista, filósofo y también poeta escribió la contratapa del libro, y allí dice que en la obra de Stein el poema aparece “como incesante revelación de lo real”.
La poesía de Stein, cuenta Kovadloff en diálogo con EL DIA, “está aferrada a la contemplación y al trato con la tierra, con las plantas, con los recuerdos. En todos los órdenes donde yo la he visto proceder, esa poesía aparece esencialmente apegada al mundo del que habla, como si a ese mundo ella le escuchara murmurar un secreto, una revelación de su presencia. Es un sentimiento del tiempo, primordialmente, el que la poesía de Stein ante todo refleja. En distintos órdenes, el subjetivo, donde la evocación cumple un papel, el objetivo, donde los ojos recogen los indicios de un mundo con el que ella ha entablado una relación entrañable”.
Para Kovadloff, la obra de Stein es la una poeta en el sentido cabal de la palabra: “La poesía es una incesante revelación de lo real, entendiendo por esto una sustracción de las cosas a la previsibilidad, al exceso de familiaridad, a la abundancia de trato que las vuelve de algún modo habituales”.
“Creo”, sigue, “que la poesía lleva adelante un exorcismo que consiste fundamentalmente en poner las cosas ante nosotros de un modo inédito, mediante un fulgor inesperado que les restituye una significación desconocida o una significación imprevista. Creo que esa es la función primordial de la poesía: re-otorgarnos el mundo sepultado por la costumbre, el prejuicio, la indiferencia o el apremio”.
- ¿Y qué es la poesía en este siglo XXI? Son tiempos voraces y vertiginosos, parece que nadie puede detenerse un segundo a leer algo que no sea “útil”, pero a la vez todo el mundo ensaya algo de poesía.
- Son tiempos de apremio, de vértigo, hay una fuerte apología de la inmediatez y de la velocidad. No obstante la poesía siempre se ha visto enfrentada a desafíos similares en distintas épocas. Basta leer a Baudelaire cuando Baudelaire, habitante de la ciudad, se encuentra al desafío de extraer la poesía del escenario urbano tan reñido con la campiña y con la naturaleza que en un momento anterior pudo haberle inspirado a la poesía su palabra. No obstante, el poeta siempre sabe encontrar el modo de brindar sobre la realidad específica que le toca una mirada. No es cierto que la poesía agonice, acaso tiene menos difusión que en el pasado, pero su práctica es muy intensa y lo sabe cualquiera que esté habituado a frecuentar los ámbitos donde la poesía prospera. Siempre recuerdo aquel verso de Nicanor Parra que dice: “El poeta está ahí. Para que el árbol no crezca torcido”. Y el árbol está en todas partes y en todas las épocas. a merced de la torcedura pero también de la mirada del poeta que le devuelve vida, al rescatar la complejidad de su presencia.
- En ese sentido, ¿qué ofrecen estos encuentros, con poetas, con un músico en escena?
- Precisamente un encuentro, digamos, donde lo que prepondera es la intimidad, donde preponderan la intimidad, la música, la poesía, alientan la irrupción del silencio entendido no como acallamiento de algo que puede ser dicho sino de algo que está un poco más allá, al menos de las palabras convencionales y de los sentidos convencionales. Es un encuentro entonces donde la intención es brindar al público la posibilidad de un repliegue sobre sí mismo y de un encuentro con los demás más allá de los vínculos convencionales. Me dice usted también muchos lo conocen refiriéndose a mí como ensayista.
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