Ganó el que está mejor y el Pincha ya sabe que nada es como supo ser
Edición Impresa | 24 de Septiembre de 2024 | 03:22

Por MARTIN MENDINUETA
En Liniers están chochos de la vida con el seductor funcionamiento de un equipo que parece caminar decidido hacia el título. En cambio, los hinchas de Estudiantes están sufriendo lo que muchos vaticinaron luego del combo de salidas y llegadas que arrojó el mercado de pases.
Padeciendo la velocidad del rival y equivocándose mucho en defensa, Estudiantes sabe perfectamente que su actualidad está lejos de lo que supo irradiar meses atrás.
En un clima de enorme expectativa y curiosidad institucional, el equipo de Eduardo Domínguez no consigue mostrarse confiable en ninguna línea. Sólo el Rusito Ascacibar se hizo notar en un contexto donde gobernó la falta de seguridad y de confianza.
Mientras los hinchas del Fortín no paraban de cantar su sueño de vuelta olímpica, todo Estudiantes abandonó el campo teniendo claro la tormenta que está viviendo.
el primer tiempo fue un suplicio porque nunca agarró la pelota
Salvo los tres minutos finales, la etapa inicial resultó un suplicio para el campeón reinante.
Rapidez y precisión en combinaciones ofensivas del meritorio líder fue el cóctel que le provocó zozobra casi permanente al León.
La presencia de Facundo Rodríguez (refuerzo que hasta el momento no pudo mostrar ninguna actuación convincente) formando dupla de zagueros con Luciano Lollo no aportó nada bueno. Si a esto se le suma el grosero error cometido en un simple control con los pies de Matías Mansilla, y que derivó en la apertura del marcador, el presente completa un cuadro situación que sólo siembra el desaliento.
Si bien sobre el final del capítulo inicial Piatti estuvo muy cerca de empatar, la imagen general quedó muy lejos de brindar confianza para la segunda mitad.
mejoría en ataque y concierto de errores en la última línea
El complemento mostró un ataque más decidido de quien necesitaba ir hacia adelante para torcer el rumbo de la historia, aunque atrás siguió penando.
Los intentos de Cetré y de Palacios, que preocupaban a toda la concurrencia, no encontraban saludable relación con lo que ocurría de mitad de cancha hacia atrás.
Estudiantes no tiene hoy ni un solo defensor indiscutido. La descripción es tan cruda como real. Pide con gritos desesperados encontrar un hombre que inspire confianza. Juegue quien juegue, el resultado desencadena una endeblez que expone a Mansilla (más allá de sus falencias) de modo permanente.
Las preguntas brotan como consecuencia lógica de la incómoda coyuntura: ¿Aguantará Domínguez seguir orientando a un equipo que ha perdido gran parte de su poderío? ¿Dañará la ausencia de alegrías la relación entre Verón y el entrenador que ya condujo dos planteles campeones? ¿Fueron precavidas ambas partes y consensuaron soportar la “tormenta” sin enojos ni reclamos?
Todavía faltan doce fechas por afrontar. Es un montón. La gente pregunta por Foster Gillet y por los millones que están dando vueltas entre cientos de comentarios y de trascendidos; y en el mientras tanto, el equipo muestra una versión que a nadie le gusta.
Estudiantes necesitará tener las cosas claras para transitar una etapa muy antipática.
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