Fredric Jameson: un intelectual de las estructuras sociales y económicas
Edición Impresa | 29 de Septiembre de 2024 | 06:52

Fredric Jameson, el célebre crítico literario marxista, falleció hace una semana a los 90 años. Su muerte marcó el final de una era en la que su trabajo, profundamente comprometido con el análisis de las estructuras sociales y económicas que sostienen las producciones culturales, influyó en varias generaciones de pensadores. A lo largo de su carrera, Jameson se estableció como una figura clave dentro del ámbito académico, aunque nunca buscó ocupar un lugar en el escenario público de la intelectualidad, como muchos de sus colegas estadounidenses o franceses.
Durante sus años finales, Jameson ocupó la cátedra William A. Lane de Literatura comparada y Estudios romances en la Universidad de Duke, un puesto que consolidaba su estatus de erudito de renombre. Había sido contratado en Duke en 1985, tras haber enseñado en instituciones de prestigio como Harvard, Yale y la Universidad de California en Santa Cruz. Sin embargo, más allá de su paso por estas instituciones, lo que marcó su trayectoria fue su insistencia en que la crítica literaria no debía ser un ejercicio estático, sino un esfuerzo por desentrañar cómo las condiciones históricas y económicas influían en la producción cultural. Para Jameson, el marxismo no era solo un modo de análisis, sino un programa ético y político destinado a revelar y eventualmente desmantelar las estructuras que mantienen al capitalismo.
Trece años antes de su muerte, Rey Chow, decano del programa de literatura de la Universidad de Duke, reflexionó sobre la carrera de Jameson durante la entrega de un premio que celebraba su vasta trayectoria. Chow destacó su impacto duradero en el campo de las humanidades al señalar: “Uno estaría en una posición difícil si tuviera que encontrar un estudioso de las humanidades que sea más visible, más frecuentemente citado multidisciplinariamente, y que haya mantenido la atención crítica nacional e internacional durante un período de tiempo más prolongado que Fred Jameson”. Las palabras de Chow subrayan la centralidad de Jameson dentro de la crítica académica y su influencia en disciplinas más allá de la literatura.
Jameson se mantuvo siempre fiel a su compromiso político. Aunque fue un marxista intransigente, su enfoque no era ni dogmático ni simplista. Su prosa, densa y llena de referencias a escritores como Gustave Flaubert, James Joyce, Thomas Mann, y también a figuras menos tradicionales como Philip K. Dick o Wyndham Lewis, reflejaba una vida dedicada a la lectura profunda y omnívora. En ese sentido, era tanto un tradicionalista como un radical. Su trabajo no solo implicaba un análisis literario, sino un intento de entender las conexiones entre las obras culturales y las estructuras sociales que las producían.
Robert T. Tally Jr., en una reseña publicada semanas antes de la muerte de Jameson, elogió su capacidad para mantenerse vigente durante más de cinco décadas. En su reseña de Inventions of a Present: The Novel in Its Crisis of Globalization, Tally escribió: “Por más de cinco décadas, Fredric Jameson ha sido el principal crítico literario y cultural marxista en los Estados Unidos, si no en todo el mundo”. Estas palabras reflejan la importancia duradera de Jameson en el análisis crítico y su influencia global.
A pesar de su fama académica, Jameson nunca buscó la celebridad intelectual. A diferencia de algunos de sus colegas, nunca intentó convertirse en un “intelectual público”. Su trabajo era riguroso, profundamente analítico, y destinado a un público que compartiera su pasión por desentrañar las complejidades de las estructuras capitalistas a través de la literatura y el arte. Pero más allá de la complejidad de su crítica, lo que siempre se destacó en el trabajo de Jameson fue su amor por las obras que estudiaba. Aunque no era sentimental, su entusiasmo por los textos más exigentes y desafiantes era evidente.
Para Jameson, el marxismo era una lente a través de la cual podía examinar todo, desde las novelas clásicas hasta la ciencia ficción más contemporánea. Su crítica abarcaba un amplio espectro de géneros, desde el modernismo europeo hasta el ciberpunk, pasando por el arte pop y el existencialismo.
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