Sangre real, derechos negados: la historia de los hijos ilegítimos
Edición Impresa | 29 de Septiembre de 2024 | 08:43

Por VIRGINIA BLONDEAU
Fueron concebidos en pecado, por descuido y, muchas veces, como fruto de un gran amor. Hijos de reyes pero no príncipes, sangre real pero no azul y con casi ningún derecho dinástico. Nos estamos refiriendo a los que, por siglos, fueron conocidos como “bastardos reales”.
Aunque hoy el término tiene connotaciones peyorativas, el diccionario jurídico de la Real Academia no implica juicios: “Bastardo (o bastarda, claro) era el hijo ilegítimo cuyos padres tenían algún impedimento para poder casarse”. Y nótese que la definición está en pasado ya que en la actualidad todos los hijos tienen los mismos derechos.
Los cuatro hijos de Alberto de Mónaco / Web
Bueno… no todos. Las constituciones de las diez monarquías parlamentarias europeas establecen que el trono solo lo heredan aquellos hijos reconocidos dentro del matrimonio del rey y la reina. En este aspecto, las monarquías aún no se han aggiornado.
Aún así hay hijos “bastardos” que han ocupado cargos de privilegio y han gozado de beneplácito y cariño de la familia real. Sin ir más lejos, los dos hijos mayores del príncipe Alberto de Mónaco. Ninguno de los dos fue hijo del pecado, es cierto. En el momento en que nacieron ni Alberto ni sus madres tenían compromiso alguno.
Jazmín Grace nació en 1992 en California. Es fruto de una relación esporádica que Alberto tuvo con una camarera estadounidense. Alexandre, en cambio, nació en 2003 dentro de la pareja que Alberto formó con una azafata africana.
Los chicos no fueron reconocidos públicamente hasta 2006, luego de la muerte del príncipe Rainiero, el padre de Alberto. Evidentemente hubo un pacto de silencio entre todos los actores y la prensa que se mantuvo hasta que Alberto se convirtió en monarca. Ya para ese entonces, su existencia era vox populi y, aunque no participaban en actos oficiales, sí eran parte de la familia. Alberto se ha ocupado de que tengan vínculo entre ellos, con sus dos mellizos “legítimos”, Jacques y Gabriella, y con toda la familia. De hecho, la princesa Estefanía es madrina de bautismo de Alexandre.
Hijos de reyes pero no príncipes; sangre real pero no azul y con casi ningún derecho dinástico
Alexandre se ha convertido en un joven apuesto que ha heredado los rasgos africanos de su madre y la apostura Grimaldi, una combinación explosiva que lo ha llevado a ser embajador de marcas de moda. El mes pasado lo vimos en una de las alfombras rojas de la muestra de cine de Venecia. A Alexandre ni Gucci ni Dior le son ajenos. Lo lleva en la sangre. Y en cuanto a la elección de la novia, lo ha hecho mejor que la mayoría de sus parientes ya que la chica desciende del hombre que creó u n conglomerado de marcas que incluye Louis Vuitton y su abuela está casada con un príncipe francés de la rama de los Orleans.
Jazmín Grace se autodefine como actriz como su bisabuela, Grace Kelly, y es muy activa en las redes. El éxito profesional aún no la ha acompañado a pesar de llevar la vocación en la sangre.
Charlotte de Valentinoise
Los hijos “bastardos” no son una novedad en Mónaco. Después de todo Alberto es lo que es gracias a una niña nacida en un entorno poco adecuado para una princesa.
Los Grimaldi habían conquistado en el siglo XIII un peñasco en tierras galas que, a pesar de parecer insignificante, tenía un gran valor estratégico para el comercio en el Mediterráneo. Francisco Grimaldi fue el primero en autoproclamarse príncipe y la dinastía estuvo garantizada hasta que, a finales del siglo XIX, el príncipe Luis II asumió como monarca sin tener descendencia legítima.
Luis había tenido, hacía unos años, una relación con una joven francesa que figuraba como costurera y lavandera en los registros estatales pero que en realidad regenteaba un cabaret. De esa unión había nacido una niña a la que pusieron de nombre Charlotte Louvet, tal el apellido de la madre.
Antes de que el principado, por falta de herederos, fuera reclamado por unos primos alemanes, el presidente de Francia le propuso a Luis que legitimara a esa hija. Así fue como, a los 21 años, Charlotte se convirtió en duquesa de Valentinois y heredera del trono de Mónaco. Nunca llegó a reinar ya que en 1944 cedió sus derechos a su hijo Rainiero, quien ocupó el trono en 1949, cuando falleció su abuelo.
Jazmín Grace / Instagram
Charlotte habrá sido bastarda pero su aporte a la familia Grimaldi es valiosísimo: belleza y glamour, dos rasgos que ha heredado su nieta Carolina, que se le parece muchísimo. También Carolina ha heredado sus joyas ya que la princesa Charlotte no quiso que pasaran a pertenecer a su nuera, Grace, a quien consideraba poco digna para ser esposa de Rainiero. Evidentemente la señora tenía un registro tergiversado de su pasado.
Los escándalos de otros tiempos son la cotidianeidad de estos y ni la ley ni la sociedad estigmatizan hoy a niños nacidos fuera del matrimonio pero ¿llegará el momento en que uno de ellos llegue a reinar en Europa? Seguiremos viendo en futuras entregas como algunos estuvieron muy cerca de hacerlo.
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