Las “zonas oscuras” de las inversiones chinas en la Argentina

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Las inversiones chinas en la Argentina también han incluido una llamada “base espacial” en Neuquén. Se llegó a un acuerdo para autorizar la construcción en el año 2012, pero fue ratificado por el Congreso Nacional en el 2014. Una de las mayores objeciones, como en todo contrato donde interviene Pekín, es que no se conoce de forma oficial el texto completo con los términos de la negociación que determinó la aprobación del proyecto chino. Sin embargo, la ministra macrista, Susana Malcorra, aclaró formalmente que, en 2016, se agregó una cláusula por la cual China se comprometía a usar la base con fines “civiles”.

Otro dato que llamó la atención fue que, a cambio de la cesión de la tierra y de la jurisdicción argentina sobre la misma, el 10% del tiempo podrá ser usado por científicos argentinos, es decir, 2 horas y 40 minutos por día, y que depende de las Fuerzas Armadas chinas. Todo ello ha sido motivo de objeciones de algunos sectores de La Argentina y, en particular, de los jefes del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.

Las redes de telecomunicación

También motivó la preocupación de Washington la posible participación de Huawei en las redes de telecomunicación de la Argentina, porque se la acusa de ser un instrumento de espionaje por su relación con el Partido Comunista Chino. Sin embargo, empresas de ese origen han realizado inversiones en áreas consideradas como estratégicas, tales como explotaciones de oro, plata y cobre.

Mayores suspicacias despertó su participación en la central nuclear Atucha III y en operaciones ferroviarias destinadas a facilitar las exportaciones, como las que llevó a cabo cien años atrás Inglaterra y que, hasta el presente, son severamente criticadas. Han ganado también licitaciones para construir rutas, puentes y viviendas.

En pesca, a pesar de la permanente denuncia que pesa sobre las embarcaciones chinas que desarrollan sus actividades en el límite de las aguas territoriales argentinas, solo han invertido 200 millones de dólares en la Argentina. Entre las obras de mayor tamaño cabe mencionar las represas y las centrales hidroeléctricas de Santa Cruz, además de haber vendido los materiales necesarios y financiado la construcción para, entre otros proyectos solares, producir energía a partir del sol, como el parque Cauchari en Jujuy. Se aseguró su presencia en Vaca Muerta a través de la compra del 50% de la empresa Bridas que llevó a cabo CNOOC, la compañía petrolera estatal china pudo comprar el 60% de Pan American Energy (PAEG a British Petroleum). Ambas operaciones significaron el pago de 10.100 millones de dólares.

La contratación de empresas chinas

En todos los casos en que los proyectos se ejecutaron sobre la base de créditos chinos, fue obligatoria la contratación de empresas de ese origen, asegurando el retorno del capital en plazos estrictos y prohibiendo el uso de maquinaria e insumos que no fueran chinos, incluso con la autorización de importar elementos usados, cosa que generalmente no se permite a las compañías argentinas.

En relación con la actitud de Pekín frente a la corrupción en el extranjero, en “El regalo del dragón: la historia real de China en África”, de Deborah Brautigam, se cita una frase del presidente del Banco de Importaciones y Exportaciones de China, Li Ruogu: “Si el agua es demasiado transparente, no se puede atrapar a ningún pez”.

Fundamentando ese concepto, el funcionario añadió: “Es todo parte de un proceso. No creo que Gran Bretaña haya sido tan transparente como lo es hoy hace 200 años. Lo mismo para Estados Unidos hace 100 años”. Un estudio de Transparencia Internacional sobre 100 empresas en 15 mercados emergentes ubicó a las chinas entre las más sospechadas.

 

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