Paletas terrenales y color drenching: tendencias que ganan terreno en el interiorismo
Edición Impresa | 26 de Octubre de 2025 | 02:54
En el universo del diseño interior, las tendencias de color están dejando atrás la frialdad impersonal que dominó durante más de una década. Los tonos grises, los blancos puros y las paletas excesivamente neutras, que alguna vez fueron sinónimo de elegancia contemporánea, hoy pierden vigencia frente a una nueva sensibilidad: la búsqueda de calidez, profundidad y conexión emocional a través del color. Las llamadas paletas terrenales, con sus matices cálidos y su carácter orgánico, se imponen como el lenguaje cromático que define el 2025.
Terracotas suaves, verdes bosque, marrones con base cálida, ocres, mostazas apagados y beiges con alma de arcilla protagonizan este viraje. Son colores que remiten a la naturaleza y despiertan sensaciones de refugio y bienestar. En ellos hay algo ancestral, una vibración que conecta con lo táctil, con lo real, con lo esencial. Son tonos que abrigan visualmente y que, más allá de la moda, responden a una necesidad contemporánea: habitar espacios que reconforten y transmitan calma en medio de la velocidad cotidiana.
Una combinación en color drenching con tono bordeos / Pinterest
El cambio no es solo estético, sino emocional. Los interiores se alejan del minimalismo aséptico y abrazan una paleta más humana, donde cada color tiene textura y presencia. El terracota, por ejemplo, se consolida como el nuevo neutro cálido: un tono versátil que se combina con maderas claras, fibras naturales o piedra sin pulir, y que aporta una sensación de serenidad sin caer en la monotonía. El verde profundo, por su parte, simboliza equilibrio y arraigo, ideal para cocinas, livings o espacios de descanso. Los marrones, en sus versiones tabaco, cacao o café, regresan con fuerza y revalorizan el confort visual, mientras que los ocres evocan luz solar y energía contenida, aportando vitalidad sin estridencia.
Esta tendencia viene acompañada por una técnica que redefine la manera de aplicar el color: el “color drenching”. Consiste en vestir una habitación con un solo tono en distintas intensidades, creando una envolvente cromática total. Paredes, techos, zócalos, molduras e incluso muebles comparten una misma gama, logrando un efecto de inmersión sensorial. Esta estrategia permite que el color deje de ser un mero fondo para convertirse en protagonista. Cuando se usa con acierto, genera una atmósfera cohesiva, elegante y profundamente personal.
Un living con Paletas terrenales / Pinterest
El color drenching no busca uniformar, sino intensificar. Las variaciones sutiles dentro de una misma familia cromática permiten que el espacio respire y conserve dinamismo. Una pared en tono oliva puede convivir con un sillón en verde musgo y cortinas en salvia, o una base terracota puede amplificarse con un techo en arcilla más clara y detalles en óxido. El resultado es una composición envolvente, sin contrastes bruscos, que invita a permanecer y observar.
Aplicar esta técnica requiere, sin embargo, sensibilidad. Los colores más oscuros deben equilibrarse con una iluminación cálida y materiales naturales que devuelvan ligereza, como lino, yute o madera clara. En cambio, los tonos medios o suaves pueden aplicarse con mayor libertad, especialmente en espacios que buscan transmitir calma o profundidad emocional. Lo interesante es que el color deja de ser un accesorio y se convierte en una herramienta narrativa: cuenta una historia, sugiere una emoción, define una identidad.
Una tonalidad en color drenching / Pinterest
El giro hacia las paletas terrenales es también una respuesta a una época que necesita reconexión. Frente al exceso de estímulos digitales y a la estética impersonal de los espacios clonados, estos tonos aportan autenticidad. Son colores que envejecen bien, que se integran con el paso del tiempo, que dialogan con la luz natural y con la textura de los materiales nobles. Expresan la belleza de lo imperfecto y lo duradero, de lo que se siente y no solo se ve.
El interiorismo actual propone, así, una nueva manera de entender la calidez: no como saturación visual, sino como armonía emocional. Los ambientes se vuelven refugios sensoriales donde el color actúa como mediador entre la mente y el cuerpo. Terracotas, verdes y ocres dibujan escenarios que nos devuelven a lo esencial: la serenidad de lo simple, el confort de lo natural, la elegancia del silencio. La frialdad del gris ya no tiene lugar; el futuro del diseño se escribe con pigmentos de tierra y luz.
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