Más críticas internas a la conducción nacional

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Con fuertes críticas hacia la conducción nacional de la UCR tras la baja performance electoral, Juan Manuel Casella afirmó que “el radicalismo hoy es intrascendente y no le sirve a nadie”. Según su visión, el partido atraviesa una crisis que combina la mediocridad de la dirigencia con la ausencia de una definición clara de su rol opositor. “Mi temor es que la UCR se encamine a la desaparición”, advirtió.

Al analizar las causas del inesperado triunfo libertario del domingo, Casella señaló tres factores decisivos. En primer lugar, la intervención de Donald Trump en el momento más crítico de la campaña: “Cuando se corría el riesgo de un estallido, mandó la plata y un mensaje contundente: si pierden, no vamos a ser generosos. Fue un chantaje claro escondido en un mensaje bien elaborado”.

En segundo lugar, sostuvo que el voto antikirchnerista jugó un rol determinante. “El cristinismo produce espanto y eso permitió atraer el voto promedio del radicalismo hacia Milei, que supo captar a quienes repudian al populismo y a la corrupción”.

El tercer factor, según Casella, fue la ausencia de una propuesta opositora capaz de retener a ese electorado. “El radicalismo desertó de su responsabilidad. Nadie sabe si es opositor referenciado en (Martín) Lousteau u oficialista con (Rodrigo) De Loredo”.

Para el ex ministro de Trabajo, el caso más claro de esa “defección” se vio en la provincia de Buenos Aires donde “la UCR fue históricamente la locomotora del voto nacional y en estas elecciones no tuvo lista de diputados”.

“Hoy el radicalismo es intrascendente, no le sirve a nadie. Es significativo que en una nota periodística se mencione a Martín Lousteau como diputado electo sin nombrar a la UCR. Como si le pesara la sigla”, añadió.

Casella dijo, no obstante, tener esperanzas en una recuperación del partido, apoyada en su base social extendida en todo el país y en la vitalidad de su militancia juvenil. Pero apuntó directamente a la dirigencia: “Hay mediocridad. No tienen el nivel que requiere conducir la UCR, más allá de que sean buenas personas”.

También remarcó que existe un espacio vacante en el progresismo opositor: “El peronismo se disfraza de progresista, pero en el fondo es una vocación de poder. Levanta banderas de izquierda ahora como antes levantó las de la derecha en la época de Menem”.

“Tenemos que definir si somos oficialistas u opositores, si vamos hacia la derecha o nos identificamos con las ideas progresistas. Y en diciembre debemos elegir una conducción que resguarde la unidad y convoque a debatir ideas. Debemos dejar de ser una agencia electoral para volver a ser un partido político”, concluyó.

 

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