Entre tradición y reinvención: la nueva cara de la monarquía
Edición Impresa | 5 de Octubre de 2025 | 07:34

Por VIRGINIA BLONDEAU
Cada tanto es bueno recordar las palabras para nada proféticas que el rey Faruk pronunció allá por los años 50. El rey egipcio, un poco dolido luego de su derrocamiento, dijo “En el 2000 solo quedarán en Europa cuatro reyes: la reina de Inglaterra y los de la baraja”. Aunque fue certero en su primera apreciación ya que Isabel II se mantuvo en el trono, se equivocó y mucho al decir que la monarquía era una institución que no vería el siglo XXI y que solo existirían monarcas en las cartas de póquer. Ya hemos pasado el primer cuarto de siglo y no solo se mantiene en diez países europeos sino que no hay nada que nos haga pensar en su desaparición.
Esa buena salud de la que goza la institución es, en parte, mérito de la manera en que lograron reinventarse. Y también en la relevancia que ha ganado el papel del heredero de cada reino como protagonista casi principal de la puesta en escena monárquica.
El primogénito o primogénita es garantía de permanencia. Porque aunque el monarca en ejercicio sea en quien recae las funciones principales, no hay duda de que, desde que nace, ese pequeño ser carga sobre sus hombros una responsabilidad de siglos. ¿Está preparado? Para nada. El gen monárquico no se hereda sino que se construye y, aunque ser fotografiados por cientos de cámaras y salir a saludar a un balcón donde miles de personas lo aplauden, puedan parecerles un juego, pronto comprenden que tanta adulación tiene un costo: el de no poder elegir su destino.
Hasta hace pocos años parecía bastar haber nacido en cuna de oro, aprender protocolo y saber andar bien a caballo para ser un buen heredero pero los sacudones que sufrió la monarquía a comienzos del siglo XX los despertó de su letargo. La educación, reservada hasta ese momento para plebeyos que desearan escalar, era fundamental para convertirse en un jefe de estado probo y respetado en el sistema parlamentario.
Obvio, dirán algunos. Pero no tan obvio si tenemos en cuenta que el Carlos III es el primer rey de Inglaterra en tener un título universitario y que a Felipe, hoy rey de España, se lo conocía como “el preparao” en alusión a que su padre, el rey Juan Carlos, destacaba como su mayor virtud que su hijo era el príncipe de Asturias más culto y que más se había preparado desde el punto de vista académico. Tampoco es que la tuvieran muy difícil: los Borbones siempre tuvieron fama de ser bastante básicos (incluso algunos un poco brutos).
El príncipe Guillermo dio un reportaje
Pero claro que no solo de academicismo se vive. Hoy la inteligencia emocional es tan importante como la racional y a estos hombres y mujeres que representan el futuro se los prepara para todo tipo de contingencias. Y para sortear con habilidad los desafíos de este mundo complejo.
Pero… ¿quiénes son ellos y ellas? Analicemos brevemente sus situaciones actuales, tan variopintas.
HAAKON, EL CASI REY
El mayor de todos los herederos es el príncipe Haakon, primogénito del rey Harald de Noruega. Haakon tiene 52 años. Es licenciado en Ciencias Políticas y en Ciencias Sociales. También tiene un posgrado en Economía.
Nunca fue cuestionada su legitimidad a pesar de su polémica boda con una mujer que era madre soltera y que confesó haber coqueteado con las drogas. En la muy moderna sociedad noruega tampoco importó demasiado que hubiera convivido con ella en un departamento de Oslo, antes de casarse.
Por la delicada salud de su padre, Haakon ha estado asumiendo muchas de las funciones de jefe de estado. Es guapo, culto y supo ganarse la simpatía de los noruegos pero… no todas son rosas. Su hijastro, que no cumple ninguna función institucional pero a quien él crió y la familia real cobijó como un miembro más, ha sido acusado de violaciones reiteradas y otros 23 delitos que lo llevarán a por lo menos diez años de cárcel. No es que el príncipe y su madre, la princesa Mette-Marit, tengan la culpa pero la actitud algo permisiva y el poco énfasis en la condena de sus actos no ha caído bien y su popularidad está en sus horas más bajas. Ella no goza de buena salud pero aun así, se la vio intentando acompañarlo en una gira por el país que están realizando estos días. A ver si bailar, cortar cintas y patear una pelota los ayuda a limpiar su imagen.
BIENVENIDO AL CLUB, PEQUEÑO CARLOS
En el otro extremo se encuentra el pequeño príncipe Carlos quien, desde antes de ayer, es el heredero del trono de Luxemburgo. Luego de 25 años como monarca su abuelo, el gran duque Enrique, ha abdicado el viernes a favor de su hijo, el príncipe Guillermo. Esto convierte a Carlitos, con sus cinco años, en el heredero al trono más joven de Europa.
El gen monárquico no se hereda sino que se construye, y hay un costo: el de no elegir su destino
Nació el 10 de mayo de 2020, en plena pandemia, y si cualquier bebé es una alegría, para los luxemburgueses habrá sido una noticia superlativa. Sus padres, Guillermo y Estefanía, se habían casado en 2012 y todos esperábamos que la pareja, ambos profundamente católicos, pronto llenaran el palacio de risas, llantos y pañales. Pero pasaba el tiempo y el heredero se hacía rogar. Aunque nada se dijo oficialmente son muchos los indicios que apuntan a que la pareja tuvo que recurrir a algún tipo de asistencia médica para procrear a Carlos y a su hermanito Francisco.
Falta mucho tiempo para ver a Carlos en funciones. Por ahora su currícula académica se limita a haber cursado Plastilina I e Introducción a la Escondida pero no dudamos de que recibirá la educación más esmerada. Por lo pronto nos dejamos llevar por su simpatía, herencia de sus agradables padres, los nuevos grandes duque de Luxemburgo, de cuya asunción al trono les daremos todos los detalles en nuestro próximo encuentro.
El príncipe Carlos con su padre, nuevo monarca de Luxemburgo
REALEZA AL DÍA
Dos herederos han adquirido protagonismo en estos días. Por un lado el príncipe Guillermo de Inglaterra ha dado una entrevista muy profunda en la que ha desnudado su alma. Por otro lado, se ha conocido que la princesa Amalia de los Países Bajos tendrá formación militar, un aporte a su educación que no estaba previsto. Nuevas formas de comunicación, cambios de rumbo, reinventarse. Es el desafío de las nuevas generaciones para quienes lo único permanente será el cambio.
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