Milei y su “hora dorada”: entre el pragmatismo político, la interna con Villarruel y la sombra del poder judicial

  

Javier Milei transita un momento de inflexión en su gobierno. A casi dos años de gestión, el Presidente parece haber entrado en lo que algunos en su entorno describen como su “hora dorada”: un tramo clave para consolidar liderazgo, ajustar el rumbo político y transformar la expectativa de cambio en estructura de poder.

En las últimas semanas, el mandatario adoptó un tono más conciliador en el discurso público. Busca tender puentes con sectores políticos y económicos que en el inicio de su gestión mantenían distancia, aunque el acercamiento no implica una renuncia a su impronta original. Milei conserva su perfil confrontativo, pero intenta administrar los tiempos y gestos para fortalecer la gobernabilidad sin diluir su identidad de “outsider”.

Este giro se da en paralelo a una creciente tensión interna. El vínculo con la vicepresidenta Victoria Villarruel atraviesa un momento delicado, marcado por diferencias sobre el manejo del Senado y la estrategia legislativa. En la práctica, el Presidente parece decidido a centralizar aún más el poder en su entorno más cercano, con su hermana Karina Milei como figura clave en la toma de decisiones y la organización política del espacio libertario.

El armado del gabinete también se encuentra en plena revisión. Algunos ministerios podrían sufrir reacomodamientos para reforzar áreas sensibles como economía, seguridad y relaciones internacionales. En ese contexto, Milei impulsa la incorporación de perfiles técnicos y busca apoyo en sectores financieros y empresariales vinculados al mercado global, lo que refuerza su apuesta por la estabilidad macroeconómica y la inversión externa.

Sin embargo, los desafíos trascienden la economía. La relación con el Poder Judicial se mantiene tirante, en un escenario donde las tensiones institucionales vuelven a ocupar el centro de la escena. 

En pocos meses, se cubrirán las vacantes de la corte suprema de justicia y al respecto, es posible que Cristina y Milei coincidan en algunos nombres que les garantice independencia respecto a algunos medios de comunicación. 


El panorama político muestra luces y sombras. Por un lado, Milei conserva un alto nivel de protagonismo, mantiene el control del relato y conserva apoyo social entre quienes valoran su estilo directo y su voluntad de cambio. Por otro, enfrenta el riesgo de un desgaste prematuro si las reformas prometidas no se traducen en mejoras concretas y si las tensiones internas continúan erosionando la cohesión del oficialismo.

El Presidente apuesta a transformar su capital político en estructura duradera. Pero esa “hora dorada” que hoy parece favorecerlo podría volverse efímera si no logra combinar el ímpetu reformista con una estrategia de gestión sostenida y alianzas estables.

En definitiva, Milei encara su prueba más compleja: dejar de ser solo el símbolo del cambio para convertirse en el constructor de un nuevo orden político.

Milei

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