Días perfectos también pueden ser los más chatos

Edición Impresa

Por MARIO

Los Hornos

El otro día vi Perfect Days, de Wim Wenders. Una historia mínima sobre un hombre que limpia baños públicos en Tokio.

Nada pasa, y sin embargo todo pasa. Cuando terminó, me quedé quieto, sin agarrar el celular, sin buscar otra cosa. Pensé: ¿cuándo fue la última vez que una película me obligó al silencio?

En tiempos de consumo rápido, Perfect Days me recordó que el cine no siempre tiene que gritar para decir algo. A veces alcanza con un gesto, una luz, una rutina. Y como el cine, puede ser la vida diaria.

No sé si es una obra maestra, pero sí sé que me cambió la manera de mirar el mundo, al menos por un rato. Y eso ya es mucho.

 

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