Desinflación en pausa
Edición Impresa | 14 de Diciembre de 2025 | 04:10
Instituto de Economía Aplicada
Universidad del Este (UDE)
El INDEC informó el jueves que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de noviembre marcó un avance mensual de 2,5% y una variación interanual de 31,4%, con un acumulado en los primeros once meses del año de 27,9%. El número confirma que, pese a signos coyunturales de menor volatilidad cambiaria, la inflación continúa acelerándose, como en los últimos seis meses.
La composición del registro muestra una heterogeneidad relevante entre bienes y servicios, donde los segundos mantienen una dinámica superior a los bienes en la comparación interanual, y que las categorías reguladas siguen aportando de manera importante a la variación anual. De hecho, si analizamos el IPC por componente, vemos que la inflación núcleo marcó 2,6% mientras que los regulados aceleraron al 2,8%.
Parte de esto se debe a las subas del combustible que internalizaron el ajuste del tipo de cambio de los meses previos. Varias divisiones de la canasta mostraron subas relevantes: alimentos y bebidas, vivienda (por tarifas), y transporte explicaron buena parte del aumento del mes. Por su lado, los rubros que menos escalaron son aquellos más afectados por la apertura de las importaciones: equipamiento del hogar y prendas de vestir y calzado.
PROYECCIONES
Las expectativas del mercado, medidas por el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central publicado a fines de noviembre, proyectan para diciembre de 2025 una inflación mensual cercana al 2,1% (ligeramente superior al REM anterior) y del 19,6% para 2026.
El REM sintetiza que el mercado sigue descontando una senda de desaceleración gradual, aunque aún con cifras mensuales que no implican una desinflación rápida: aún en 2027 no se alcanzaría la inflación de un dígito.
Inflación y expectativas
La economía está en una fase de desaceleración relativamente lenta: si bien el último semestre muestra una aceleración, un proceso de estabilización no es lineal. Igualmente, resulta evidente que el piso inercial del 2% resultará más difícil de perforar que los anteriores, en tanto en los últimos 12 meses sólo se logró una inflación menor entre los meses de mayo y agosto, es decir, los de mayor calma cambiaria.
Resulta interesante analizar a su vez el comportamiento de la oferta y demanda de dinero los últimos meses. Entre diciembre 2024 y julio 2025 hubo un considerable aumento del circulante (30,7%) en el marco de la remonetización de la economía y el incremento del crédito, sin embargo esta dinámica cambió en julio con la eliminación de las LEFI a la cual siguió una política monetaria muy contractiva de suba de encajes y tasas de interés reales al alza.
Sin embargo, esta política no redujo el circulante, sino que trasladó el sobrante monetario de las LEFI a los encajes bancarios, los cuales pasaron de representar en promedio el 35% de la Base Monetaria entre enero y julio al 43% entre agosto y noviembre.
De esta forma, la mayor oferta de dinero, en conjunto con la caída de la demanda de pesos que se expresó en menor crédito y aumento del tipo de cambio, se configuraron en una inflación creciente en el segundo semestre. Post-elecciones el Gobierno decidió relajar la política monetaria, pero se mantiene como una incógnita si la demanda de pesos se recuperará de manera acelerada. Si observamos la variable más inmediata, el tipo de cambio, es claro que la demanda por dolarización de carteras se desaceleró, pero no se revirtió: el precio de dólar se mantiene muy cerca del techo de las bandas cambiarias.
LA DESACELERACIÓN ES CLAVE
En síntesis, el dato de noviembre confirma que la inflación dejó de estar en la fase más aguda pero que la desinflación es todavía frágil y desigual: el país necesita que la desaceleración mensual se sostenga varios meses más para reducir sustancialmente la inflación anual.
El REM aporta un horizonte de esperanza condicionada: el mercado espera una moderación, pero no exime a la política de tomar decisiones coordinadas (tarifas, gasto y anclas monetarias) para consolidarla.
Mientras tanto, la lectura por provincias y por rubros muestra que el proceso será heterogéneo y que la agenda de políticas deberá combinar instrumentos macro y sectoriales para bajar la inflación de forma sostenida.
En este contexto, el interrogante central es si la demanda de pesos podrá recomponerse lo suficientemente rápido como para anclar expectativas y permitir una desinflación más firme.
La relajación monetaria reciente apunta a acompañar la recuperación económica, pero su eficacia dependerá de que salarios, crédito y actividad muestren un repunte más consistente. Sin una mejora clara del apetito por pesos, el proceso desinflacionario seguirá vulnerable a cualquier shock externo o doméstico.
El REM plantea que el mercado espera una senda de desaceleración gradual
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