Apelar a la máxima prudencia y a los controles en la quema de los muñecos
Edición Impresa | 18 de Diciembre de 2025 | 03:57
Si por un lado debe apelarse una vez más a la prudencia de la población ante la vecindad del 1º de enero próximo, en cuya primera hora –con la tradicional quema de los muñecos de Fin de Año- nuestra ciudad reitera desde 1956 una costumbre que forma parte de los más acendrados ritos platenses, por el otro no cabe sino reconocer la gran creatividad y el mucho empeño de distintos grupos vecinales para erigir estas figuras legendarias.
De todos modos, resulta imperativo que la población –a partir de la inscripción obligatoria ante la Comuna de los muñecos que intentan construirse en los distintos barrios- se cumplan con los requisitos establecidos por la Municipalidad para evitar riesgos.
Tal como se informó, las estructuras no podrán superar los seis metros de alto, tres de ancho y tres de largo, mientras que el sitio de instalación deberá garantizar un radio de seguridad equivalente a tres veces la altura del momo.
Asimismo, se encuentra prohibida su colocación en lugares con riesgo, como debajo de cables o árboles, cerca de bocas de gas o estaciones de servicio o sobre terrenos con cañerías de conducción de fluidos combustibles.
De acuerdo a la normativa vigente, que también determina el tipo de cohetería que es admisible y fija prohibiciones para el uso de pirotécnica peligrosa, quienes promueven la construcción de esas figuras deberán contar con la autorización de la secretaría de Control Urbano y Convivencia para la quema.
Se trata ciertamente de un arte popular que con sólo maderas, alambres y papeles construye esculturas artísticas de notable calidad en muchos casos representativas de ídolos deportivos o artísticos, así como de figuras de la historia, en algunos casos ejecutadas mediante verdaderos conjuntos escultóricos, todos ellos pintados también con mucha destreza.
Afortunadamente, a través de los años las sucesivas administraciones hicieron cumplir requisitos destinados a evitar consecuencias no queridas.
El más trascendente de todos fue el que determinó que no se podrán colocar en el interior de las estructuras elementos pirotécnicos y/o explosivos de alto poder, con el fin de brindar garantías de seguridad a los asistentes y no generar malestar ni daños auditivos a las personas y a los animales.
Siempre de las columnas de este diario se ha instado a los vecindarios a alertar sobre el uso indiscriminado de fuegos artificiales, de modo que no se conviertan en un verdadero peligro social.
Tal como, lamentablemente, viene ocurriendo en los estadios de fútbol en donde sigue empleándose una profusión de bengalas y petardos que constituyen un verdadero riesgo físico y sanitario para el público.
La quema de muñecos, en cambio, sometida a estrictos controles, se ha convertido en una tradición popular fidedigna de La Plata y, por consiguiente, merece que se la rodee de todas las garantías del caso. De allí que se vuelva necesario ir generando una creciente toma de conciencia preventiva del tema en la sociedad, hasta lograr que se asuma, en forma generalizada, que en el uso de estos productos debe prevalecer la prudencia.
Las campañas deberán apuntar a que la sociedad asuma la importancia de festejar sin excesos, con sumo cuidado en la utilización de la pirotecnia.
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