Frutas, también en el desayuno y la merienda: claves para incorporarlas
Edición Impresa | 28 de Diciembre de 2025 | 06:23
Durante el verano, la hidratación se vuelve una preocupación central y cotidiana. El aumento de las temperaturas, la mayor sudoración y los cambios en las rutinas diarias hacen que el cuerpo pierda líquidos con más rapidez y que, muchas veces, no alcance con el simple acto de tomar agua. En ese contexto, distintos organismos de salud y especialistas en nutrición coinciden en una recomendación clara y accesible: incorporar frutas en el desayuno y la merienda es clave para sostener una hidratación adecuada y prevenir los efectos del calor. Lejos de ser un consejo menor, se trata de una estrategia nutricional que combina agua, nutrientes y hábitos saludables en dos momentos fundamentales del día.
Las frutas frescas cumplen un rol central porque contienen un altísimo porcentaje de agua en su composición. En variedades típicas del verano, como la sandía o el melón, ese contenido puede superar el 90 por ciento, lo que las convierte en una fuente directa de líquidos para el organismo. A diferencia de otras bebidas, el agua presente en las frutas se absorbe de manera gradual y sostenida, lo que favorece una hidratación más eficiente y duradera. Esta característica resulta especialmente importante en personas que no sienten tanta sed o que, por distintas razones, no alcanzan a consumir la cantidad de agua recomendada a lo largo del día.
SON MUCHAS LAS VENTAJAS
Pero la ventaja de las frutas no se limita a su aporte hídrico. Junto con el agua, ofrecen vitaminas, antioxidantes y minerales esenciales que ayudan al cuerpo a adaptarse a las altas temperaturas. El potasio y el magnesio, por ejemplo, cumplen un papel clave en la regulación del equilibrio de líquidos y en el funcionamiento muscular y nervioso. Durante el verano, cuando la pérdida de electrolitos a través del sudor es mayor, su consumo contribuye a prevenir calambres, fatiga y otros síntomas asociados a una hidratación deficiente. A esto se suma la vitamina C, presente en frutas como la naranja, el kiwi o la frutilla, que colabora con el sistema inmunológico y ayuda a combatir el estrés oxidativo que también aumenta con el calor.
Otro aspecto relevante es la fibra dietética que aportan las frutas. Este componente no solo favorece el tránsito intestinal, sino que también contribuye a una mayor sensación de saciedad sin sumar calorías vacías ni azúcares añadidos. En los meses de verano, cuando suelen aumentar las ganas de consumir bebidas azucaradas o productos ultraprocesados para “combatir” el calor, la fruta aparece como una alternativa más saludable que hidrata, nutre y ayuda a regular el apetito. Además, al tener un bajo índice calórico en relación con su volumen, permite mantener una alimentación equilibrada sin sensación de pesadez.
NO SOLO COMO POSTRES
El momento del consumo también resulta determinante. El desayuno es una instancia clave para la rehidratación, ya que el cuerpo atraviesa varias horas nocturnas sin ingesta de líquidos. Incorporar frutas en ese primer alimento del día permite reponer parte del agua perdida, activar el metabolismo y comenzar la jornada con un aporte significativo de energía y micronutrientes. En la merienda, en tanto, cumplen una función estratégica similar: ayudan a atravesar la tarde con mayor vitalidad, reponen líquidos después de horas de actividad y previenen la aparición de sed intensa o agotamiento hacia el final del día.
En un escenario de veranos cada vez más prolongados y extremos, sumar frutas en el desayuno y la merienda deja de ser un gesto accesorio para transformarse en un hábito de cuidado cotidiano. No reemplazan al agua, pero la complementan de manera natural y efectiva, aportando al mismo tiempo nutrientes esenciales que el organismo necesita para funcionar mejor frente al calor. Frescas, accesibles y versátiles, las frutas se consolidan así como aliadas silenciosas de la hidratación y la salud, recordando que muchas veces las soluciones más simples son también las más eficaces.
❑ Sandía: supera el 90 % de agua y es una de las frutas más hidratantes del verano, además de aportar antioxidantes.
❑ Melón: muy rico en agua y potasio, ayuda a reponer líquidos y electrolitos perdidos por el calor.
❑ Frutilla: combina alto contenido de agua con vitamina C y antioxidantes.
❑ Naranja: hidrata, aporta líquidos y suma vitamina C y minerales clave.
❑ Pomelo: refrescante, con gran proporción de agua y efecto estimulante de la hidratación.
❑ Ananá: rica en agua, vitaminas y enzimas que favorecen la digestión.
❑ Durazno: jugoso, liviano y con buen aporte hídrico.
❑ Manzana: aunque menos jugosa que otras, aporta agua, fibra y ayuda a la hidratación sostenida.
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