Advierten por el retroceso de los hielos en los Andes Desérticos
Edición Impresa | 16 de Febrero de 2025 | 02:30

No sólo los glaciares de la Patagonia están retrocediendo. El fenómeno se observa también en los que están ubicados en los Andes Desérticos (en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y San Juan), que se redujeron un 8% en una década, un hecho que compromete la disponibilidad de agua en ríos fundamentales para el noroeste del país y Cuyo.
La reducción de estos glaciares se detectó a través de la actualización del Inventario Nacional de Glaciares (ING), que fue creado por la Ley Nacional 26.639, promulgada en 2010.
El nuevo estudio estuvo a cargo de investigadores del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), que depende del Conicet, la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO) y el Gobierno de Mendoza.
Los científicos analizaron imágenes satelitales captadas entre 2019 y 2021 por los satélites Sentinel-2A y 2B y emplearon imágenes de radar interferométrico para evaluar el movimiento de los glaciares de escombros y poder diferenciarlos del hielo cubierto.
Los resultados de la actualización del inventario confirmaron que la región en cuestión experimenta un retroceso acelerado de los cuerpos de hielo.
A través del trabajo detectaron, por caso, que en el Monte Pissis, ubicado en el límite entre Catamarca y La Rioja, los manchones de nieve perdieron un 60% de su superficie entre 1986 y 2020.
Mientras tanto, los glaciares de hielo descubierto disminuyeron un 15%.
En San Juan, en el glaciar Agua Negra, el balance de masa mostró una tendencia negativa en la última década. Según el informe, “el balance de masa anual promedio para el período 2014-2023 fue de -0,75 metros de agua equivalente por año, con una pérdida total acumulada de -6,79 metros de agua equivalente”
La reducción de los glaciares y manchones de nieve pone en riesgo la disponibilidad de agua en ríos fundamentales para el noroeste y Cuyo. El trabajo advierte que el derretimiento de glaciares de escombros podría traer cambios en la estabilidad del terreno, lo que aumentaría “el riesgo de desprendimientos de rocas y flujos de detritos en áreas montañosas”.
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