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Séptimo Día |AUTOR DE DEVENIR (2022), DESAFORADO (2023), LA TRANSPARENCIA (2024)

La escritura como método de supervivencia

De La Plata, hoy en San Telmo. Podríamos definirlo como poeta, cuentista y/o novelista. Pero Ramiro Cachile prefiere decir simplemente que es -ni más ni menos- “alguien que escribe”

La escritura como método de supervivencia

El escritor firma un ejemplar de “Desaforado” / Web

ALEJANDRO ALFONZO
Por ALEJANDRO ALFONZO

2 de Febrero de 2025 | 05:26
Edición impresa

Ramiro Cachile -platense, hijo de los 90, escritor- dirá que no le importan sus libros -Devenir (2022), Desaforado (2023), La Transparencia (2024)- tanto como escribir, como mantenerse en movimiento, como sobrevivir. Dirá que nunca sabe cómo empieza. Si con una palabra, una frase, una conversación, pero que así lo prefiere: a donde lo lleve el tema, los personajes, sus emociones. Dirá eso y mucho más a EL DIA. Pero todavía no. Ahora está sentado frente a la pantalla, un poco inclinado. Detrás, a los costados y lo que la computadora no muestra; su departamento en San Telmo, a más de 50 kilómetros de su tierra natal. Se mudó hace dos años. Su papá asegura que para estar más cerca de las editoriales, él, que esa fue la excusa: “Quise cambiar de paradigma, territorio y moverme en lugares desconocidos”.

A pesar de la distancia virtual inexorable, se ve: una remera suelta, una cadena en el cuello, ojos despiertos, una maraña de auriculares, una sonrisa ancha. Una voz segura, firme, con esa certeza inédita de que está diciendo una verdad definitiva, expresa: “La escritura es algo que viene después de vivir. Uno primero vive, después escribe. Nos dejamos atravesar por el pasado, por la experiencia, por el deseo. La escritura hace ese trabajo inconscientemente. Cuando hablás del pasado, ya estás hablando de otra persona”.

Él era otro entonces, allá por el 2020, cuando comenzó a responder las preguntas “¿Qué sos? ¿A qué te dedicás? ¿De qué trabajás?”, con la sentencia libre “soy escritor”. Sobre ello, cuenta: “No hay un día que no haya convivido con la escritura. Antes, inconscientemente. No había una declaración de principios; era lúdico, infantil, que no terminaba de desgranar. No tenía cotidianidad pero escribir era mi lugar de pertenencia. Pero en 2020 lo tomé como un oficio y empecé a declarar ‘yo soy alguien que escribe’”.

Ramiro recorrió los pasillos de la facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Plata durante tres años. Era “inconstante” y la intención de escribir lo tironeaba: “Sólo me gustaba ir a materias como Gráfica, Comprensión de Textos. Yo sólo quería escribir”. Entonces, dejó la carrera y decidió dedicarse plenamente a ello.

LA INVASIÓN

Se dejó conquistar por completo. Al encierro de 2020 por la pandemia de Covid-19, la enfrentó participando de los talleres literarios de los escritores Santiago Craig y Luis Mey. Ahí descubrió o comenzó a construir un por qué: “Para conmover al otro. Escribo con el corazón en la mano, de manera honesta y para eso, hay que poner el cuerpo, estar más cerca de los demás”, asegura.

En enero de 2021, mientras participaba en alguna que otra revista y antes de pensar en su primer libro, publicó en la sección Mundos Íntimos de Clarín un relato cuyo nombre es: “Les cuento mi historia: cómo ha sido criarse con una madre depresiva y sobrevivir en el intento”. Quizás eso es ponerle el cuerpo.

En 2022 publicó su poemario Devenir a través de la editorial Halley. Por aquel entonces, en una entrevista a un portal local de noticias, dijo, como si fuese un presagio de lo que iba a ocurrir: “Mi libro que edita Halley maduró solo, se construyó a sí mismo a la par de mi yo escritor. No me gusta definirme como poeta, es más, no soy poeta. No le dedico tiempo ni oficio a la poesía, estoy profundamente agradecido a ella pero no sé si es mi lugar”. ¿Dónde es, dónde queda ese lugar entonces?

En 2023, cuando se publicó Desaforado, su primer libro de cuentos, Santiago Craig, tallerista, escritor, describió: “(…) un libro que despliega lo familiar con la mirada amplia, porosa, para que se filtre y aparezca eso que también nos pasa cada día: lo extraordinario”. Hoy, años después y sin referirse al libro, como si la congruencia fuera obligatoria, Ramiro asegura: “La mejor escritura es la que viene de la cotidianidad, de un hecho soso. Un escritor busca en lo común, lo extraordinario. Es la única manera de llegar al otro”.

Así comenzó a darle forma a esos dos mundos, a dos entes opuestos que se necesitan para seguir respirando. A uno podríamos rotular como el mundo real donde Ramiro trabaja como administrativo en una oficina de telecomunicaciones. Con ello paga el alquiler, come, vive, tiene tiempo para dar rienda suelta a ese otro universo, que también (¿por qué no?) podemos catalogar como real: aquel donde escribe, publica libros y da talleres de escritura creativa desde junio de 2023 con el objetivo de “acompañar el proceso de cada uno”.

“Ese trabajo me da de comer y me permite escribir. La escritura es un todo esencial, uno no puede apartar la escritura de un todo porque es una forma de ser, me constituye. Cuando escribo, también soy empleado”, describe y sentencia: “No hay manera de escribir y no estar en este mundo”.

Hace dos meses se realizó el prelanzamiento de su novela La Transparencia (2024), a través de Caburé, editorial de San Telmo. El personaje principal es un hombre llamado El Chino que en la oscura travesía que implica un duelo amoroso, se vuelve “invisible”. Deja de pertenecer -de forma literal- a los vistos y, es chupado por el mundo de los invisibles.

“Tiene que ver con no sentirse visto por el otro. El mundo de la transparencia es muy parecido al nuestro”, la voz metálica atraviesa la pantalla y agrega: “Escribo persiguiendo cierto misterio, cierta cosa que no puedo explicar que tiene que ver con la angustia”.

Pasó un poco más de una hora. El diálogo continúa fluido, emocionante. Su escritura, el tema de conversación. Dice que está participando de un guión para un documental que realiza la filial porteña del club Estudiantes de La Plata, equipo del cual es hincha. Le interesa seguir con los talleres y con “este camino de escritura”. Se pregunta: “¿Más libros?” y responde: “Será una consecuencia”. Silencio. Lo importante: “Despertarme todos los días y decir yo soy esto. Nada más. Esto es lo que tracciona mi vida. Esa es mi meta: escribir, seguir en movimiento, sobrevivir”.

 

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