La soledad: una “pandemia” que parece “invisible”: por qué se potenció en los últimos años

Expertos piden reconocer sus efectos y tomar medidas para prevenirla y tratarla de manera adecuada, asegurando que nadie tenga que enfrentarla en silencio y abandono

Edición Impresa

En las últimas décadas, un fenómeno ha ido cobrando una creciente relevancia en nuestra sociedad: la soledad. Un estudio tras otro parece confirmar lo que muchos ya sospechaban: vivir en soledad tiene consecuencias directas sobre nuestra salud física y mental. Los psiquiatras y psicólogos coinciden en que, aunque las causas son múltiples y a veces complejas, los efectos de la soledad son tan graves como los de otras enfermedades crónicas.

El psicólogo platense y profesor de la Facultad de Psicología de la UNLP, Juan Manuel “Mel” Gregorini explicó que “cuando la soledad deja de ser un estado pasajero, es decir, cuando se convierte en un peso y la persona se angustia, o cuando se siente mucha ansiedad, esa soledad deja arrinconada a la persona entre el mundo de afuera y el de adentro. Lo que termina siendo algo placentero pasa a ser displacentero. La soledad ahí comienza a ser un problema subjetivo”.

El auge de la soledad ha sido, sin duda, uno de los efectos colaterales de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, lejos de ser un problema pasajero o reducido a un momento específico, las cifras indican que la soledad es una problemática de largo alcance. En Argentina, al igual que en otras partes del mundo, una proporción creciente de la población experimenta aislamiento social, particularmente entre los adultos mayores y, de forma alarmante, entre los jóvenes.

“Los efectos de la soledad en la salud son tan perjudiciales como los de fumar 15 cigarrillos al día”, alertan los especialistas en salud mental. Según los estudios, estar solo durante períodos prolongados puede desencadenar una serie de alteraciones psicológicas, desde trastornos de ansiedad hasta depresiones graves. En muchos casos, la soledad afecta a las personas en su calidad de vida y se convierte en un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, hipertensión e incluso deterioro cognitivo. “El aislamiento social está directamente vinculado con un mayor riesgo de mortalidad”, señalan los psiquiatras.

Pero, ¿por qué se está produciendo un aumento tan marcado de la soledad? “Vivimos en una época de constante conectividad digital, pero paradójicamente, esta hiperconexión a menudo nos deja más aislados que nunca”, sostienen los sociólogos. Las redes sociales, si bien nos permiten estar en contacto con otras personas, a menudo crean una ilusión de compañía que no reemplaza las interacciones cara a cara. Las relaciones superficiales y la falta de contacto físico, sobre todo en un contexto de trabajo remoto, contribuyen a una desconexión emocional que, con el tiempo, genera vacíos difíciles de llenar.

Los psicólogos, por su parte, sostienen que la soledad no solo afecta la salud emocional, sino también las capacidades cognitivas. “Estar solo por mucho tiempo puede llevar a un deterioro del cerebro, alterando áreas clave de la memoria y la toma de decisiones”, explican. Esto, en muchos casos, impacta directamente en la capacidad de las personas para manejar el estrés y las emociones, generando un círculo vicioso en el que la falta de apoyo social empeora la situación de salud mental.

Si bien el confinamiento por la pandemia exacerbó la situación, los efectos de la soledad ya eran visibles antes del brote de COVID-19. “En un mundo cada vez más acelerado, muchas personas se sienten desconectadas de su entorno y, lo que es peor, desconectadas de sí mismas”, opinan los terapeutas. La individualización extrema de la vida moderna, unida a la crisis de las relaciones interpersonales, ha dado lugar a un aumento en los trastornos relacionados con la soledad, y la tendencia parece no tener freno.

En este escenario, los especialistas en coaching afirman que la clave para combatir la soledad no está en buscar constantemente la “perfección social” ni en llenar todos los vacíos con actividades superficiales, sino en encontrar un equilibrio emocional y mental. “La soledad puede ser un espacio de crecimiento personal, pero también es importante saber cómo gestionar las emociones asociadas a ella”, explican. Esto, sumado a la importancia de fomentar relaciones auténticas y de calidad, es fundamental para recuperar un bienestar genuino.

“Es urgente que empecemos a tomar la soledad como un tema serio de salud pública”, concluyen los expertos. La soledad no es solo un sentimiento subjetivo, sino un problema real que afecta a millones de personas, con consecuencias físicas y psicológicas que no podemos pasar por alto. Es fundamental que, como sociedad, reconozcamos sus efectos y tomemos medidas para prevenirla y tratarla de manera adecuada, asegurando que nadie tenga que enfrentarla en silencio y abandono.

“Los efectos de la soledad en la salud son tan perjudiciales como los de fumar 15 cigarrillos al día”

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE