La brecha que se acrecienta

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Del informe expuesto aparte se desprende que uno de cada cuatro jóvenes de entre 18 y 24 años se encuentra en esta situación, pero la incidencia es mayor entre las mujeres, que representan un 22,9%, frente al 30% de los varones. Este desequilibrio resalta las dificultades adicionales que enfrentan las mujeres para acceder a oportunidades de educación y empleo, especialmente en contextos de vulnerabilidad social y económica.

Los expertos señalan que las mujeres, particularmente aquellas provenientes de sectores de bajos recursos, enfrentan obstáculos específicos que agravan esta disparidad. La falta de servicios de cuidado infantil y la mayor carga de responsabilidades domésticas son factores clave que limitan las posibilidades de las mujeres para insertarse en el mercado laboral o continuar con sus estudios. Además, en muchos casos, las mujeres se ven atrapadas en una red de pobreza estructural que dificulta su acceso a oportunidades laborales formales y a un sistema educativo que no siempre responde a sus necesidades.

Ante este panorama, los especialistas coinciden en la necesidad de implementar políticas públicas que aborden estas barreras de manera integral. Propuestas como la flexibilización del sistema educativo y la creación de programas que ofrezcan capacitación laboral específica, junto con el apoyo a las madres jóvenes, son fundamentales para ofrecer a las mujeres alternativas reales. Proyectos comunitarios, como la Red de Orquestas Barriales en Córdoba, también han mostrado resultados positivos al ofrecer a los jóvenes en situación de vulnerabilidad una oportunidad de desarrollo personal y social. Estas estrategias son esenciales para reducir la brecha de género y ofrecer a las mujeres jóvenes las herramientas necesarias para acceder a un futuro mejor.

 

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