“Sing Sing”: catarsis carcelaria sobre tablas
Edición Impresa | 27 de Marzo de 2025 | 06:20

“Las vidas de Sing Sing”, uno de los cinco estrenos de la semana, hace lo que tantas películas que exploran el universo carcelario no: son los propios presos, o ex presos, quienes encarnan los papeles principales de la película que tiene lugar en el famoso centro correccional de Nueva York y que se estrena hoy en las salas locales.
Nominada al Oscar, la película tiene como protagonista a Colman Domingo, que interpreta a un hombre encarcelado que ayuda a dirigir un programa de teatro para otros en Sing Sing. Juntos, encuentran comunidad y catarsis a través del teatro.
El programa es real: Rehabilitation Through the Arts (RTA, por sus siglas en inglés) es una organización sin fines de lucro fundada por Katherine Vockins en Sing Sing en 1996. Muchos de sus antiguos participantes conforman el elenco de “Sing Sing” junto a actores profesionales como Domingo y Paul Raci. Y Clarence “Divine Eye” Maclin, quizás el más grande ninguneo de la temporada de premios, se interpreta a sí mismo, un personaje duro y musculoso cuyo talento para obtener dinero de forma truculenta en el patio resulta notablemente bueno para interpretar Shakespeare. “En el escenario”, dice Maclin, “tenía permiso para hacer cualquier cosa”.
Históricamente, Sing Sing, donde, entre muchos otros, fueron ejecutados Julius y Ethel Rosenberg, ha aparecido en la imaginación pública más como un símbolo de castigo severo al estilo victoriano que como una rehabilitación conmovedora. Dirigida por Greg Kwedar, la respuesta emocional que provoca “Sing Sing” va en dos sentidos: erradica algunas de las divisiones que existen entre los que están dentro y los que están fuera. Para los ex integrantes del RTA, es una plataforma rara para demostrar de lo que son capaces. Para los civiles menos familiarizados con las vidas a menudo ignoradas de los presos, es una ventana a su humanidad.
“No te sientes tan separado del mundo”, dice Shaytuan Breazil, un hombre de 32 años que cumple una condena de 12 años y que ayudaba a servir bocadillos a los visitantes.
“La forma más efectiva de cambiar a alguien es creer en él”
JJ Velázquez,
parte del programa de teatro de Sing Sing
Cuando RTA comenzó, las actuaciones eran vistas sólo por hombres encarcelados. Sus líderes, como el director Brent Buell (interpretado por Raci en la película), hacían cintas de video para que sus familias las vieran. Lo que comenzó con expectativas modestas creció y creció. “Pensé que vendría aquí y dirigiría, me encanta dirigir”, dice Buell. “No tenía idea de que vendría y haría las amistades de mi vida”.
Desde entonces, más de 1.000 personas han pasado por el RTA, que ahora opera en ocho centros penitenciarios. El programa planea expandirse a dos más en septiembre. El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha descubierto que, en el plazo de un año tras su liberación, el 43% de las personas anteriormente encarceladas vuelven a ser arrestadas. Entre los ex integrantes del RTA, ese número es inferior al 3%.
Jon-Adrian “JJ” Velázquez cumplió más de 23 años en Sing Sing antes de que el ex gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, le concediera clemencia por su condena injusta. Ha trabajado en estrecha colaboración con RTA y aparece en “Sing Sing”. “La forma más efectiva de cambiar a alguien”, dice Velázquez, “es creer en él”.
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