“La primera huella que tenemos como humanos”

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La obesidad infantil no sólo puede dar lugar a otras enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión y apnea del sueño, sino que también afecta a la salud emocional de los niños que pueden ser víctimas de bullying.

El psicólogo platense Mel Gregorini reconoce que hay un crecimiento de casos de obesidad infantojuvenil, “por la calidad de lo que se come y también por el tipo de vínculo con la alimentación, que es la primera huella que tenemos como humanos y la que siembra la subjetividad en las personas. El vínculo entre la madre y el hijo se pone en conflicto con los trastornos en la alimentación”, resalta, más allá de admitir que el fenómeno puede ser multicausal.

Aclara Gregorini que no hay una “culpabilidad consciente o inconsciente de los padres en ello”, pero “cuando esto se empieza a develar (en un tratamiento terapéutico) se acepta y comienza otro tipo de vínculo con el chico o la chica”.

“Hay cuestiones hereditarias, familias enteras con obesidad mórbida, y también chicos que no pueden metabolizar o entender su mundo emocional, ni qué lo lleva a comer de más. Cuando se esclarece, se rectifican un montón de conductas que tienen que ver con la alimentación”, explica.

Esta problemática requiere de “un abordaje multidisciplinario”, según el profesional, con intervención de pediatras, nutricionistas infantojuveniles y psicólogos, “para poner en nota que al chico le va a traer algunos avatares como bullying, maltrato, y la cuestión fisiológica de sentir que hay algo que no está bien”.

Apunta Gregorini que lo saludable no tiene relación directa con el peso ni con un número en la balanza, sino con lograr un equilibrio: “Sentirse bien, pleno, cómodo y con un cuerpo al que podés tratar mejor”.

 

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