La monogamia sigue cayendo

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Parece que todos los días existiera una nueva forma de desear. Orientación sexual e identidad de género proliferan en sus nominaciones. En busca de ampliar el rango de los “intentos permitidos”, el lenguaje y las ganas de probar van desplazando esos viejos amores encomiables que consideraban la lealtad matrimonial como un aburrimiento virtuoso y seguro. Recientemente se difundió un estudio realizado por Dive Marketing en México, Colombia, Argentina y Brasil. Se encuestó a 1773 participantes (60% fueron mujeres), y las conclusiones destacaron que en la Argentina el 52% de los encuestados ha explorado vínculos por fuera de la monogamia con la infidelidad (27%) y las relaciones abiertas (26%) como las formas más comunes de ser infiel.

Por supuesto estas cifras explican un fenómeno de apertura difundido y alentado por los famosos, que se jactan de practicar la infidelidad y apelan a ella como la mejor manera de complacer los deseos sin tener que encariñarse mucho con nada. Esos formatos son cada vez más abiertos y el placer de hoy va desplazando a esos amores tristes y testarudos que sólo aprendieron a continuar. Hoy, existe un repertorio de variantes que han popularizado una forma de rendir homenaje al sexo: desde las relaciones abiertas al poliamor; desde el intercambio de parejas hasta encontrar la encamada vengadora para poder resarcirse de un amor perdido. Entre unas y otras, surge una cantidad de variantes entrecruzadas que obligan a reinscribir el alfabeto sexual constantemente. Cada vez se agregan letras al colectivo LGTB, que ya parece más una patente que una sigla.

El estudio de alguna manera muestra que la infidelidad y las relaciones abiertas son las formas más comunes de experimentación y que la monogamia cada vez retrocede más. Lo que alguna vez se calificó como acto culposo, hoy –lo dicen los terapeutas- a veces logra ser una salida venturosa que hasta puede mejorar esas monotonías hogareñas sostenidas por el acostumbramiento y los deseos obligatorios.

La novedad tal vez sea que estas ideas también trascienden edades, y mientras antes era la gente joven la que se animaba a experimentar con estos nuevos modelos, hoy la situación es diferente. En este sentido, el informe asegura “que los mayores de 50 años están desafiando los estereotipos y abriéndose a nuevas maneras de vincularse”.

Hay que reaprender a mirar para desear mejor. El plan -dicen los anti monógamos- es ponerse de acuerdo en casa para salir tranquilo a jugar afuera. Muchos se cansan de ver siempre lo mismo. Los escépticos consideran que la pareja no venía preparada para soportar tantos años siempre iguales. Por eso asumen con naturalidad que pueden ser víctimas de las rutinas matrimoniales, incluida la del adulterio.

Hay un libro de escasas páginas del terapeuta y escritor Adam Phillips, un estudioso que con un estilo epigramático, conciso, irónico y relampagueante echa una luz muy jugosa sobre este fenómeno. Se llama Monogamia y es un texto que se abstiene de brindar interpretaciones sesudas y descalificaciones morales. Navega sobre ese eterno tema y tiene como destino poder arribar al placer antes que a la culpa. Aquí van algunas muestras:

“Si lo prohibido es lo que nos excita entonces los monógamos son como los ricos. Tienen que encontrar su pobreza, tienen que pasar suficiente hambre, tienen que trabajar, aunque solo sea para que lo que está siempre demasiado disponible se mantenga lo bastante ilícito para ser interesante”.

“Para el monógamo compulsivo, el futuro es igual que el pasado. Burlando el tiempo y los cambios levanta un monumento de continuidad entre ruinas promiscuas. Al valorar una relación porque dura, el monógamo vive como si el tiempo demostrara algo”.

“La gente se va de casa cuando lo que quiere esconder –su sexualidad- tiene que ocultarlo. Si no tenemos nada que esconder, no tenemos adónde ir”.

El estudio también proyecta un panorama complicado para la monogamia: un 26% prevé un auge de la soltería y de los vínculos mediados por inteligencia artificial; el 35% de los encuestados cree que el futuro traerá una mayor diversidad de modelos de pareja, mientras que solo el 16% piensa que la monogamia tradicional seguirá siendo la norma.

Como dijo el inglés Joe Orton: “Dos se hacen compañía, pero tres son una pareja”.

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

 

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