“Todavía siento un hormigueo en la pierna, pero estoy vivo”
Edición Impresa | 20 de Abril de 2025 | 05:35

La peor noche en la vida de Sebastián fue una que parecía ideal: el clima era “perfecto, los viajes, de 5.000 pesos y en la calle no había nadie”, recuerda. Trasladó a una chica desde Tolosa hasta 65 entre 5 y 6, donde esperó a que entrara a su casa. En eso vio que se acercaba una KTM 390 con dos pibes muy jovencitos, en total silencio. “Vienen en velocidad, tocan el embrague y cortan la llave de contacto”, describe, para sacar provecho del factor sorpresa.
En un instante, supo que venían por él. “Es una moto que vale 10 mil dólares. Y la mirada los delataba”, cuenta. Intentó escapar, pero lo interceptaron. Sebastián y su moto cayeron al piso y, desde ahí, tiró la llave a una zona oscura. Con el robo frustrado, el motochorro que manejaba le ordenó a su acompañante: “Tirale, matalo”. Y el otro, de 16 años, le hizo caso. Disparó tres veces y huyeron.
Como pudo, Sebastián filmó sus heridas y subió el video a grupos de WhatsApp que comparte con otros mototaxis y deliveries, en el que también hay autoridades policiales. Supone que por eso la ambulancia llegó en menos de 5 minutos y no demoró más de 15 en llevarlo primero al Hospital Gutiérrez y, de ahí, al San Martín.
“Me tocaron unos médicos buenísimos, me ingresaron en un área que se muere gente a tu alrededor y me operaron cinco veces para salvarme la pierna”, destaca. Mientras eso pasaba, cientos de repartidores se concentraron en Plaza Moreno para reclamar justicia y pedir seguridad, con cartelitos que decían “Todos somos Seba”. La policía logró identificar rápidamente a los responsables con el aporte de otros deliveries, los detuvo, ya fueron juzgados y condenados por tentativa de homicidio.
Sebastián pasó un mes hospitalizado. Lo primero que hizo cuando salió fue ir a buscar la moto a la comisaría y subirse. “Todavía siento un hormigueo en la pierna, pero en un momento creí estar muerto y estoy vivo”, celebra. “No tenía miedo antes y no tengo miedo ahora. Mi mamá decía que estaba loco y por ahí tenía razón”.
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